Estos días se ha conocido con mucho detalle que la CIA ordenó aplicar distintos métodos coercitivos —directamente tortura en muchas ocasiones— a presuntos miembros de Al Qaeda. Obama ha defendido la publicación de los informes secretos, pero anunció que no enjuiciaría a los agentes responsables. Sin embargo, hoy mismo Obama ha dejado una puerta abierta a posibles acciones judiciales contra los oficiales de la Administración Bush que dieron soporte legal a estas torturas. En este texto que ahora publicamos se relata la importancia y el papel que han desempeñado los psicólogos en estas torturas.
Cuando llegue el momento de torturar a un detenido, asegúrate de que se envía al especialista indicado: un psicólogo.
En la edición del pasado sábado del Washington Post, Joby Warrick y Peter Finn informaban de que el último montón de memorandos de tortura de la Administración Bush "muestra un flujo constante de psicólogos, médicos y otros funcionarios del sector sanitario que, por un lado, mantuvieron con vida a detenidos y, por otro, participaron al tiempo activamente en el diseño del programa de interrogatorios y el control sobre cómo se implementaba". En concreto:
El 1 de agosto de 2002, un memorando decía que la CIA contaba con 'psicólogos in situ' para que ayudaran a diseñar e implementar un programa de interrogatorio para [el detenido y supuesto miembro de Al Qaeda] Abu Zubaida, que, en última instancia, proponía 10 métodos tomados del programa de entrenamiento militar de EEUU conocido como SERE (Survival, Evasion, Resistance and Escape, Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape). Dicho programa, empleado para contribuir a preparar a pilotos para soportar la tortura en caso de una eventual captura, está ligeramente inspirado en técnicas que usó la China comunista para torturar a prisioneros de guerra norteamericanos… Los psicólogos de la CIA tenían experiencia personal en SERE y ayudaron a persuadir a los funcionarios de la CIA de que las tácticas severas coaccionarían a Abu Zubaida sin infligirle daños permanentes.
Atención al cambio radical en el propósito. SERE fue desarrollado para estudiar métodos de tortura con el fin de que los pilotos pudieran resistirlos. Pero llegamos a adquirir un grado tan alto de comprensión de estas técnicas, y nos impresionó tanto su eficacia, que comenzamos a aplicarlas a nuestros propios detenidos. La tortura como ciencia llevó a la tortura como tecnología. Esto ocurre con frecuencia con la pericia: la adquirimos con un propósito pero pronto la adaptamos a otro; en este caso, justo al propósito contrario.
Warrick y Finn prosiguen:
El memorando establece que la técnica de tortura de asfixia simulada conocida como submarino mojado fue proclamada como especialmente eficaz porque "se dijo que fue casi 100% efectiva para conseguir la colaboración" . La agencia se valió entonces de un informe psicológico de Abu Zubaida para averiguar sus puntos vulnerables. Uno de ellos resultó ser fobia a los bichos. "Parece tener miedo a los insectos", expone el memorando, que describe un plan para introducir una oruga o una criatura similar en el cajón de madera donde estaba confinado el prisionero. Funcionarios de la CIA aseguran que este plan nunca se llevó a cabo.
De nuevo, fijaos en la facilidad con que se trastoca la pericia. En psicología clínica el tratamiento se adapta a cada paciente. Un psicoterapeuta no establece principios generales: explora tus particulares miedos. La cuestión es ayudarte. Pero, como identificar miedos es una habilidad, puede volverse en tu contra con igual facilidad.
También se dijo a los interrogadores que podían explotar el miedo del detenido a ser visto desnudo por mujeres, tal como sostiene Jeffrey Smith, del Washington Post. A lo que sea que temas, ahí meteremos el dedo en la llaga.
La mayor parte del alboroto en torno a los memorandos de tortura se centra en la violencia que consienten. Pero el objetivo de un interrogatorio con tortura no es la violencia. Es la cooperación. La cooperación es un acto mental. Podría patearte la cabeza, pero seguramente todo quedaría hecho un asco y acabaría siendo peliagudo dar cuentas a los servicios sanitarios. Preferiría soslayar tu cuerpo e ir directamente a por lo que se niega a cooperar: tu mente. Ahí es donde entra en juego el psicólogo. Me dice cómo infligirte una angustia insoportable sin necesidad de recurrir a la violencia, o, al menos, sin dejar el rastro de cicatrices visibles.
Incluso con violencia de por medio, la vía pretendida es psicológica. Aquí tenemos al anterior director de la CIA, Michael Hayden, en el programa Fox News Sunday, explicando por qué se opuso a desclasificar los memorandos de tortura el pasado domingo:
Para nuestros enemigos, lo que hemos descrito en plena guerra son los límites más extremos, que ningún norteamericano llegaría a traspasar al interrogar a un terrorista de Al Qaeda. La naturaleza de esta información es muy valiosa. Ahora bien: eso no quiere decir que siempre llegáramos a esos límites, pero define el ámbito donde los norteamericanos no se moverían más allá. En mi opinión, esta información es muy útil para nuestros enemigos, independientemente de que, como asunto político, el presidente de turno decidiera no emplear ni una, ni varias, ni ninguna de dichas técnicas.
En otras palabras: la CIA quiere que los detenidos vivan en el terror de conjeturar qué les podríamos llegar a hacer. Aunque tengamos políticas que nos prohíban herirles o hacerles daño de una o otra forma física, desde un punto de vista psicológico no debemos permitir que lo sepan. Queremos crear en su imaginación un horizonte de posibles horrores, una pesadilla peor que la realidad.
La tortura es mental. Ésa es la razón por la que la CIA se valió de psicólogos —y también por eso las investigaciones en torno al programa de tortura de Bush deben ir más allá de indagar en la violencia que aplicamos en realidad—.
* Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate.
(Traducción: Carola Paredes)
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lo más probable es que las personas sometidas a estas torturas acaben desarrollando un trastorno de estrés postraumático. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
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