BERLÍN (ALEMANIA).- Berghain, Weekend, Watergate, Cookies. Al fiestero apasionado de techno y house de la capital alemana estos nombres le recordarán madrugadas interminables, calor, copas, bailes, drogas y los mejores djs del planeta que desfilan frente a los platos. Sin embargo, en estas salas, cada primer lunes del mes sucede algo distinto. Las citas tienen un nombre y un color. Se llaman Yellow Lounge y son noches de música clásica organizadas por el sello Deutsche Grammophon y coordinadas por los dj de cada uno de estos clubes.
Yellow Lounge se autodefine así: "Es la música clásica en los clubes. Es un cd. Es un hijo de Grammophon/Universal Classic". La idea: "La música clásica existe también más allá de las paredes de una sala de conciertos, perfectamente tocada y en la atmósfera relajada de un club". El concepto: "Los dj eligen desde Bach hasta Ligeti, todo puede ser conectado a través de pasajes refinados. Buenos cócteles, atmósfera comunicativa. El punto más alto de estas noches es sin duda la performance en directo. […] Es infinitamente divertido, el espectador se encuentra con música exclusiva, los artistas al mismo tiempo tienen la posibilidad de experimentar en un lugar inusual". El precio: 6 euros.
En Berlín, todos conocen estas noches. Había escuchado opiniones entusiastas y el pasado lunes decidí probar. Cuando desde lejos, en la Friedrichstrasse, a las 9 menos cuarto, vi una multitud de gente que invadía uno de los cruces neurálgicos de la ciudad —Friedrichstrasse-Unter den Linden— me sorprendí. Se trataba de personas (muchísimas) muy distintas entre ellas por edad y estilo. La mayoría eran jóvenes, elegantes, deportivos, freaks, pijos, anárquicos, modernos... había de todo, mezclados con varias parejas mayores que parecían disfrutar del ambiente.
Kristen, una señora de unos 40 años que estaba en la cola, me contó que era la sexta vez que acudía a una Yellow Lounge: "No conozco a los músicos que tocan, ni siquiera lo miré antes de venir, pero estas noches son siempre muy guapas y si puedo me apunto", dijo.
Lo mismo valía por mucha gente en la cola. Pocos sabían qué músicos iban a tocar, no se trata de un público experto en este género, sino más bien de curiosos o nuevos aficionados.
El Cookies (por fin lo pude ver bien, porque en las noches 'normales' de club es difícil darse cuenta de todos sus espacios) es un antiguo cine que fue transformado. Tiene planta cuadrada y en dos lados hay grandes barras, iluminadas por enormes lámparas de diseño de la RDA, que el lunes contaban con cuatro camareros cada una.
La Mahler Chamber Orchestra toca en una Yelow Lounge.
La gente fluye y toma sitio. Ambas barras empiezan a producir copas a un ritmo incesante. Hay dos escenarios: en uno están instaladas unos cuatro ordenadores Mac, en el otro, el principal, un violín, una viola, un violonchelo, una guitarra y un laúd. Detrás de los instrumentos, una enorme pantalla hipnotiza a los presentes con un río de imágenes del dj Hans Otto Richter, del colectivo Ottokolor. Mientras la gente sigue llenando la sala, de los Mac sale la música de los dj Canisius & Cle.
Transcurre una hora de charlas, copas e imágenes antes de que Edin Karamazov, músico bosnio, salga al escenario. Se hace el silencio. Karamazov habla en inglés, introduce el espectáculo, agarra la guitarra y toca una rumba. Luego saca el laúd y se marca una tarantella italiana. Las imágenes amplifican y distorsionan sus movimientos virados al amarillo. Karamazov toca otra rumba, luego abandona el escenario.
Cuando vuelve, 20 minutos más tarde, viene acompañado por la violinista japonesa Susana Yoko Henkel, el israelí Guy-Ben Ziony (viola) y la alemana Monikas Leskovar (violonchelo). Empieza el concierto de verdad, duró una hora o un poco más y es un viaje plurisensorial que saca muchos aplausos a los presentes amontonados en todos los rincones del club. Cuando termina, son las 12 pasadas y empiezan de nuevo a tocar los dj.
Las Yellow Lounge no son nuevas. La primera se hizo en Hamburgo en 2001. De ahí se trasladaron a Berlín, donde se han convertido en una cita fija. A partir de 2004, estas noches tienen lugar también en Dresde. El color amarillo se debe a la antigua etiqueta de Grammophon, de hace 100 años, que esta casa discográfica quiso volver a utilizar.
Desde 2001, han pasados por los escenarios de estos conciertos celebridades de la escena electrónica como Neil Tennant, cantante de los Pet Shop Boys, Mettew Herbert y Rupert Huber de TOSCA. Entre los músicos 'clásicos', destaca la presencia de Yundi Li, Emerson String Quartett, Anna Gourari, Magdalena Kožená, Mischa Maisky, Andreas Scholl y Musica Antiqua Köln. Si lo deseas, cada año se edita un CD recopilatorio.
El lunes me fui caminando hacia casa pensando en lo accesible que es la cultura en esta ciudad.
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