Este artículo tiene unos 4.000 caracteres y vas a tardar en leerlo dos minutos. No lo decimos nosotros, lo dice Wolfram, un nuevo inquilino de internet al que algunos comparan con Google pese a no ser un buscador. Esta herramienta aún en fase alpha se parece más a una fusión entre un sofisticado ábaco y la enciclopedia de Diderot.
Dando una dosis de calor humano al proyecto.
Lo primero que hay que dejar claro es que Wolfram no busca páginas web. Lo que hace es recolectar información en su base de datos, procesarla matemáticamente, y ofrecernos respuestas objetivas a las dudas que le formulamos. Se diferencia fundamentalmente de Google y de Wikipedia en que crea información en cada consulta que realizamos, no se limita a plasmar la ya existente.
De momento no es capaz de responder a preguntas complejas y sólo podemos interrogarle en inglés, pero promete. Wolfram trata nuestras preguntas como enunciados de problemas matemáticos, cuyos datos obtiene procesando millones de datos que han sido previamente verificados por expertos. El resultado de esto es que con él obtenemos fácilmente información objetiva muy fiable.
Si por ejemplo deseamos comparar los datos básicos de la evolución demográfica de la India y China basta con introducir los términos: population India China. El resultado es un breve informe que nos señala las fuentes utilizadas, entre las que suele encontrarse la Wikipedia. Sencillo y fascinante.
La mayor limitación que cabe achacar a Wolfram es que sus límites son los de nuestra propia imaginación. ¿Qué preguntas cabe realizar? Con esto no me refiero sólo a las limitadas posibilidades que brinda esta versión primegenia de la aplicación -que se cuelga en algunas ocasiones-. Wolfram es perfecto para comparar con cifras el euskera y el castellano, averiguar algunos datos sobre una fecha futura, o conocer la superficie de los cinco países más pequeños del mundo.
La clave para exprimirlo es saber hacer las preguntas adecuadas. Una vez que esto nos queda claro cabe tenerlo en cuenta antes de realizar ciertas consultas con Google, Wikipedia, o con otras páginas. Para aprender a usarlo conviene ver ejemplos de dudas que podemos formular. Esto es importante para despertar nuestra imaginación y descubrir su potencial. También conviene ver el webcast que ha preparado su creador, el científico Stephen Wolfram.
Wolfram es perfecto para toda clase de cálculos matemáticos, por lo que los estudiantes de ciencias se frotarán las manos al comprobar sus grandes posibilidades. Al fin y al cabo se apoya en un avanzado software comercial llamado Mathematica, con más de 20 años de historia a sus espaldas.
Quizá esa precisamente la causa de su hipotético éxito si echamos mano de la comparación con Google. El invento de Larry Page y Sergey Brin es un buscador en cuyo núcleo existe un algoritmo genial y tan secreto como la fórmula de la Coca-Cola. Pues bien, el proyecto de Spephen Wolfram es una llave a una base de datos gestionada por decenas de algoritmos ejecutados en superordenadores.
Pero a este juguete frío como el hielo le queda mucho camino por andar. Necesita urgentemente dosis de calor humano para entender que Google no es sólo una compañía que cotiza en el Nasdaq, que soitu.es no es sólo un dominio, y que este artículo se tarda en leer más de dos minutos.
A diferencia de lo que sucede con Wikipedia, Wolfram no es un sistema abierto a la colaboración. De momento su creador apuesta por un modelo que vendría a ser una suerte de Enciclopedia Británica gestionada por un puñado de googles especializados en ciertas áreas. ¿Cuajará?
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