Al desempaquetar las Canon EOS 1000D y la EOS 500D uno descubre que son prácticamente idénticas, casi parecen dos gotas de agua. Al cogerlas cada una en mano se tiene la sensación de que quizá la 500D pesa algo más, y así es. Pesa exactamente 480 gramos y cuesta 839 euros frente a los 450 gramos y 429 euros de la 1000D. ¿Merece la pena pagar casi el doble por esos 30 gramos que diferencian a estas dos cámaras de la gama básica?
Entre estas cámaras hay 30 gramos de diferencia pero una cuesta el doble que la otra.
Si hay una saga fotográfica de éxito esa es la serie EOS. Tres cámaras de este sistema se encuentran entre las cinco más populares de Flickr. Sólo la extraordinaria Nikon 80D y la cámara de 2 megapíxeles del iPhone se atreven a retarlas en esta red social. Ni la EOS 500D —recién comercializada— ni la 1000D —algo más veterana— se encuentran aún en esa lista, pero quizá sólo sea cuestión de tiempo que ambas escalen posiciones hasta colarse en ella. Basta con echar un vistazo a las estadísticas para ver que su popularidad en Flickr sube como la espuma.
Tener una réflex de Canon de la gama básica no es lo que se dice ser precisamente original, pero su relación entre calidad y precio hace que muchos hayan descubierto la fotografía con ellas. A punto de comenzar el verano muchos se asoman por los escaparates para comprar la cámara con la que inmortalizar viajes, fiestas, y lo que se tercie. Las tiendas colocan en el sitio más visible estos dos modelos, poniendo en serios aprietos a su hermana la 450D —que ya pusimos a prueba en su momento—.
Como ya se ha dicho la 500D y la 1000D tienen un peso similar. No es que sean precisamente ligeras ni pequeñas, pero tampoco te destrozan el hombro si las llevas en el bolso. Respecto a los mandos estos son prácticamente idénticos. También el diseño es muy similar en ambos casos, al igual que los menús de la cámara.
Ninguna tiene estabilización en el cuerpo, por lo que debemos usar objetivos que dispongan de esta función —algo que por otra parte es propio de la casa—. El sensor de imagen es de tamaño APS-C en ambas, aunque no la resolución —hay una diferencia de 5 megapíxeles entre ambas—. Por su parte el visor de las dos permite un 95% de ángulo visión —lo que se traduce en que en ocasiones aparecen sorpresas al encuadrar—. Ambas cuentan con modo de visión directa Live View.
Estas son las coincidencias, aunque en verdad uno tiene la sensación de que se parecen en muchos otros aspectos. Y así es. La 500D aventaja en muchas cosas a la 1000D, pero de forma dramática sólo en unas pocas características. He aquí un repaso a las diferencias entre una y otra máquina.
La velocidad máxima de obturación es de 1/4.000 en ambas. La velocidad de captura de la 500D es de 3,5 fps frente a los 3 de la 1000D en JPEG, pero en RAW las cosas cambian. Mientras que la 1000D se demuestra algo corta en este aspecto —sólo dispara 1,5 fps con un máximo de 5 imágenes en bruto— la 500D es capaz de mantener la velocidad de 3,5 fps hasta hacer 9 fotos en RAW. Curiosamente la 1000D aventaja a la 500D en los disparos en ráfaga en modo JPEG —hace 514 fotos frente a las 170 de la 500D—. La 1000D por tanto es una máquina pensada sobre todo para los que sólo editan sus fotos ocasionalmente o no precisan de grandes velocidades de disparo.
Mientras que la 1000D tiene 7 puntos de enfoque —no está nada mal— la 500D tiene 9. En la práctica la velocidad y la precisión son muy similares en ambas. Se muestran ágiles siempre que la luz acompañe, pero en situaciones de muy escasa luminosidad las dos cámaras se encuentran con problemas para enfocar. La ausencia de una luz auxiliar para ayudar en el enfoque clama al cielo —aunque el flash puede disparar ráfagas cortas de ayuda—.
Mientras que la 1000D se conforma con un rango de sensibilidades que va de los 100 a los 1.600 ISO, la 500D alcanza los 3.200 —aunque dispone de un modo que permite experimentar con sensibilidades de 6.400 e incluso 12.800—. Tanto una como la otra se comportan bien hasta los 1.600 y los resultados a 3.200 ISO de la 500D no están nada mal. En la práctica este modo de 3.200 ISO de la 500D hace de ella una cámara muy interesante para disparar de noche sin flash, sobre todo si usamos los objetivos 18-55 que muchos adquirirán con ambas, pues estos están limitados a aberturas máximas de diafragma de f3.5-5.6 —no son precisamente un portento en cuanto a luminosidad—.
Este es el punto fuerte de ambas, sobre todo en el caso de la 500D —sorprenden los estupendos resultados que puede lograr disparando fotos de 15 megapíxeles—. Seguramente el procesador de imagen DIGIC de cuarta generación de la 500D tiene mucho que ver en esto. Pero la 1000D tampoco decepciona. Ambas dan grandes resultados tanto en lo que respecta al color como en el nivel de ruido. La gran diferencia hay que buscarla en la resolución. Frente a los 10 megapíxeles de la 1000D —suficientes para casi todos— los 15 de la 500D permiten realizar recortes muy interesantes al editar y al encuadrar. A los que intentan vender sus fotos a bancos de imágenes como Getty o quieran obtener ampliaciones de gran formato la 500D les gustará mucho.
Esta es otra de las grandes bazas de la 500D frente a la 1000D. Sin embargo aunque la cámara filma vídeo con buena calidad —mejor que cualquier compacta— nadie debe llevarse a engaño. No permite grabar con la sorprendente versatilidad de la estrella de Canon hoy por hoy: la EOS 5D Mark II. Un vistazo rápido a un folleto de publicidad de la máquina hace pensar que es idéntica en este sentido a su hermana mayor, pero no es así. En teoría ambas graban en Full HD, pero la 500D sólo captura 20 fps en ese modo —lo que hace que el vídeo no sea tan fluido con el de su hermana mayor, que captura 30 fps—.
Para compensarlo la 500D filma en un modo HD 720p a 30 fps. Por otra parte no es posible incorporar un micrófono externo a la cámara, algo que si permite la 5D mark II o la Panasonic Lumix DMC-GH1. De hecho esta última máquina es una rival muy seria para los que buscan una solución para fotos y vídeo en la 500D. Panasonic es la única firma a día de hoy que verdaderamente ha logrado desarrollar una buena cámara híbrida no destinada a profesionales.
La pantalla en esta clase de cámaras dotadas de un modo de visión directo es clave. La 500D tiene 3 pulgadas y 960.000 píxeles de resolución frente a las 2,5 pulgadas y 230.000 píxeles de la 1000D. En ambos casos las imágenes se ven bastante bien, aunque evidentemente la 500D destaca en este sentido. Se echa en falta que en Canon hayan tenido agallas para incorporar una pantalla giratoria, tal y como ha hecho Nikon con la D5000 —competidora directa de la 500D—.
Estos son prácticamente idénticos en ambos modelos. Los que hayan disparado con cámaras EOS de la gama básica —analógicas o digitales— saben a que atenerse. El principal punto flaco son las opciones de grabar vídeo de la 500D, pues es un tanto aparatoso acceder a ellas y controlar la filmación con agilidad. Se echa de menos también que en Canon no hayan optado por incluir la opción de usar los controles manuales de la cámara al filmar vídeo —como acaban de hacer con la EOS 5D Mark II tras la insistencia de muchos usuarios—.
Llegados a este punto cabe volver a la pregunta de si una drástica diferencia de precio entre estas dos máquinas de la gama básica tiene sentido. Lo cierto es que en este caso así es. La 1000D es una máquina estupenda para todos los que no quieren gastar mucho dinero y les da igual poder o no filmar un vídeo, no necesitan ampliaciones gigantescas en papel, y no les va la vida en disparar todo el tiempo en modo RAW.
La 500D en cambio es perfecta para aficionados que necesitan calidad de imagen y alta resolución, pero que se preocupan más de invertir en ópticas que en cuerpos muy sofisticados; gustará también a los que quieren una máquina de calidad a un precio verdaderamente accesible; y es genial para los que no están obsesionados con grabar vídeo pero echan en falta hacer alguno de vez en cuando.
Ambas máquinas decepcionarán a los que están hartos de cuerpos que son puro plástico; a los que buscan cámaras con un visor óptico más preciso; a los que no entienden que Canon no haya optado por usar tecnología de estabilización en el cuerpo; reducir el tamaño y el peso de las máquinas de la gama básica; e incorporar pantallas giratorias ahora que se ha impuesto el modo de visión directa.
Nikon, Olympus, Pentax, y Sony vienen pisando fuerte y no hay que dejar de ver sus catálogos por muy canonista que uno sea. Cámaras como la K-7 de Pentax —que se pondrá a la venta en julio por 1.299 euros— pueden seducir incluso a profesionales y hacer sombra a máquinas avanzadas de gama básica como la 500D. Eso por no hablar del golpe de efecto que puede dar Olympus cuando este verano lance por fin su misteriosa máquina compacta de objetivos intercambiables, sensor micro cuatro tercios, y grabación de vídeo.
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