Por NACHO LATORRE (SOITU.ES)
Actualizado 07-10-2009 15:38 CET
Sin duda somos muchos los que cuando oímos Brasil pensamos en fútbol y sonreímos agradecidos. En cambio, cuando uno reflexiona sobre Alemania, se le viene a la cabeza el orden, la contundencia. Cuando oyes Italia bostezas y piensas en el resultadismo, la defensa. Holanda lo asocias a modernidad y juego colectivo. Pero cuando se habla de Brasil, se hace sobre fútbol en mayúsculas, sobre fantasía y belleza. Sobre 'jogo bonito'.
Seguro que algo de eso pasó por las cabezas de más de un miembro del COI el otro día en Copenhague. Esos recuerdos de su infancia prendidos de un remate, de una jugada, de un regate siempre con acento brasileiro alegrando una tarde de domingo. El voto era su manera de agradecérselo.
Éstas son algunas de las razones por las que muchos amamos Brasil. Hay muchas más, pero se resumen en 11.
- Pelé. Mucho antes de ser ese señor que anuncia unas pastillas azules y llora abrazándose a Lula, fue un niño de 17 años que cambió con sus goles y su ingenio el rumbo del fútbol en el Mundial del 58, en Suecia. Secundado por Vavá y el genial Garrincha, construyó el mito brasileño. Fue el primer futbolista mediático de la historia, ganó tres Mundiales, convirtió a su país en la referencia del fútbol y desde entonces lidera el olimpo futbolístico de 'los cuatro grandes', junto a Maradona, Cruyff y Di Stefano. A lo largo de su carrera alcanzó la mítica cifra de 1.000 goles y además, para orgullo de los brasileños, no salió fuera del país a jugar en otras ligas —salvo ya semiretirado, en el Cosmos de Nueva York—, siendo fiel a su equipo de toda la vida: el Santos.
- La campeona de México 70. Dicen los que la vieron y lo confirman los dvds que no hubo mejor selección en la historia. Un equipo con 'cinco dieces' colocados uno detrás de otro. Una delantera que se estudia en la 'Universidad del Fútbol': Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelinho. Su 4-1 en la final frente a Italia es uno de los grandes partidos de la historia. No sólo estaba 'O Rei' Pelé, le acompañaban muchos de los mejores en el mejor momento de sus carreras. Unos como Jairzinho acababan de llegar. Otros, como Gerson y el propio Pelé, exprimían sus últimos años. Pero todos colaboraron en engrandecer el mito Brasil. Nunca tanto talento individual estuvo ligado al máximo sentido colectivo.
- Luiz Pereira, contemporáneo del gran Beckenbauer. Pereira hacía lo mismo que el alemán y además, sonriendo casi sin esfuerzo. Llegó del Palmeiras con su amigo Leivinha y en la España todavía en blanco y negro del 74 supuso un soplo de aire fresco que coincidía con la apertura de las fronteras en nuestro fútbol. Formó parte del mejor —y más melenudo— Atleti de Madrid de la historia. Impartió desde el centro de la defensa lecciones de cómo ser un líbero moderno. Los más viejos del lugar en el Manzanares, cuando ven a Perea y Ufjalusi y se acuerdan de la manera de sacar la pelota controlada de Pereira, lloran y comprenden aquello de 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.
- La Seleçao de Brasil 82. Cuando el mundo pensaba que era imposible superar la belleza de México 70, otro grupo de brasileños lo intentó. Pocas veces un equipo derrotado es recordado con tanta admiración por los futboleros. Tras la travesía del desierto que supusieron los últimos años de la década de los 70, comparecieron en el Mundial de España con una selección deslumbrante. Si se piensa en Brasil 82, aparece en la mente un centro del campo de ensueño: Sócrates, Falcao, Toninho Cerezo y Zico. Se piensa en una propuesta fascinante de juego, la respuesta es ingeniosa y atrevida. Sólo les faltó tener un delantero centro en condiciones: el tal Serginho no dio la talla. Fueron el mejor equipo del campeonato pero salieron derrotados en un partido imborrable en el viejo Sarriá por el ganador de aquel campeonato: la Italia de Rossi y Zoff. Y dejaron para el recuerdo que en el deporte no siempre gana el mejor ni el que más se lo merece.
- Sócrates. La leyenda cuenta que podía meter los penaltis de tacón. Con 1,90 de altura y un pie del 37, todo en él, desde su nombre a su porte aristocrático, desprendía un halo distinto. Mediapunta brillante e ídolo de todos los brasileños que vendrían después, es junto con Zico la gran referencia de la primera mitad de los 80 para Brasil. Seguro que el elegante Kaká creció admirando la larga zancada y la visión de juego de Sócrates.
- Romario. Cuando los millones de Núñez le rescataron de las lluvias holandesas, el Dream Team de Cruyff consiguió la guinda definitiva de aquélla maravillosa generación de jugadores. 'O baxiño' prometió al llegar 30 goles y ese número fue el que marcó en su primera liga, ni uno más ni uno menos. Para la historia queda su debut en el Camp Nou frente a la Real Sociedad con tres goles en media hora en tres asistencias de Guardiola. Y, por supuesto, el regate de cola de vaca a Alkorta en un 5-0 al eterno rival, que aún hoy sigue siendo uno de los vídeos estrellas en la red. Para él inventó Valdano aquello de "un jugador de dibujos animados".
- Roberto Carlos. Probablemente el mejor lateral zurdo de la historia. Genuino representante de una estirpe de laterales más preocupados en atacar que en defender, de larga tradición en Brasil desde Carlos Alberto, Leandro y Junior, a los más recientes Cafú y Dani Alves. Después de enamorar durante una década a los madridistas, ahora apura sus últimos años de profesión haciendo felices a los turcos con sus galopadas, sus centros y sus lanzamientos de falta. Nunca alguien desde la posición de lateral tuvo tanta influencia en el juego de su equipo, ni dio tantas victorias a su equipo.
- Ronaldo. Un portento de la naturaleza. Su primera temporada en España con 20 añitos pulverizó récords y con goles como el que marcó al Compostela ha quedado en la retina de todos los aficionados. Su eterna sonrisa de pillo y su fama de vago contrasta con el deportista que, tras varias operaciones en sus maltrechas rodillas y con todos los pronósticos en contra, después de muchas horas de recuperación vuelve majestuoso para ganar él solito el Mundial de Japón y enamorar al Bernabeú durante varias temporadas con sus goles. Llamado a haber pulverizado todos los récords con esa mezcla de potencia y habilidad, siempre nos quedará la duda de hasta dónde hubiera llegado si no hubiera sido castigado por las lesiones.
- Ronaldinho. Aunque parezca que fue hace muchos años y pese a que los niños de Milán no se lo puedan creer, hubo un tiempo muy cercano en que Ronaldinho parecía no conocer límites. Rescató de la mayor depresión futbolística al Barça, puso en pie a estadios adversarios como el Bernabeú y enamoró a todos con su sonrisa, con sus goles y con la fantasía de sus jugadas imposibles. Nunca antes fue tan pequeña la distancia entre juego y fútbol. Cuando todo esto se acabe, cuando las luces de la discoteca se apaguen, seguro que en alguna pantalla alguien sonríe disfrutando de la magia y los malabarismos de Ronnie, de sus goles de chilena, sus elásticas y sus espaldinhas.
- La legión de jugadores brasileños que alegran las ligas más variopintas desde Bélgica a Ucrania, desde Rusia a Turquía, asociándose con la pelota y combatiendo la lluvia y el frío del invierno europeo no sólo con guantes sino con rabonas, chilenas y filigranas varías. La última aventura de ese ejército de salvación del fútbol mundial la protagonizó Denilsson jugando este año en Vietnam. La peripecia duró muy poco pero generó ilusión. Cuando cualquier equipo ficha a un jugador brasileño, está contratando goles, genialidad, fantasía y toque. Se está fichando ilusión.
- La 'torcida' brasileña. Su imagen es parte de todos los grandes acontecimientos futbolísticos. Para qué negarlo, anclados en el bombo de Manolo y las alusiones a los toros y demás iconos patrios y asustados ante la ferocidad de los hooligans ingleses, siempre hemos sentido sana envidia de esa afición que no para de bailar y cantar, que disfruta el partido mucho antes de que el árbitro pite el inicio y que justifican que cada uno seamos de nuestra selección y un poquito también de Brasil.
Por todo eso, y por muchos más nombres que harían interminable esta lista pero que están en la mente y el corazón de los buenos aficionados al fútbol, amamos Brasil. Y a ti, que te gusta el fútbol, ¿de quién te acuerdas?
Y además...
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