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¿Pagar o no pagar por un mal servicio creativo?

Por EDUARDO BRAVO / ÁLVARO SOBRINO
Actualizado 11-05-2008 17:28 CET

Si reclamar y no abonar servicios de reparación chapuceros y mal prestados es algo que está asumido en el ámbito doméstico ¿Por qué no hacerlo en el de la creatividad?

A pesar de las continuas campañas de concienciación desarrolladas por los organismos responsables de consumo de las correspondientes comunidades autónomas, no aprendemos.

Que si hay que pedir se detallen el alcance de la avería, que si es necesario un presupuesto previo antes de comenzar los trabajos, que no se olvide de exigir factura en caso de futuras reclamaciones, que si tiene derecho a que le coloquen una pieza nueva y le entreguen la averiada... Algo que el común de los mortales tiene más o menos asumido, resulta que es continuamente obviado por las agencias de publicidad.

Cualquier empresa puede sufrir una avería en su comunicación o requerir asistencia técnica continuada para evitarlas y, para ello, recurren a las agencias de publicidad. Algunas son excelentes y hasta cuentan con certificados Aenor; otras prestan un servicio propio de Pepe Gotera y Otilio.

¿Vintage o de segunda mano?

El caso que hoy nos ocupa es el de una gráfica publicada el jueves 8 de marzo de 2008 en el diario El País para comunicar el pase televisivo de la película "Super size me" en Localia.

Un anuncio que coincide relativamente en el tiempo con el realizado por la agencia de publicidad que tiene por nombre Kitchen para los supermercados culturales FNAC.

La idea no es nueva y los muchachos de Kitchen no han descubierto la pólvora con ella, es cierto. En internet circulan cientos de imágenes en que la gente elige sus discos preferidos (en formato Lp, claro, para hacerlo con Cds hay que ser un gnomo) y se fotografía con ellos completando los rostros que aparecen en la cubierta con sus propios cuerpos. En Flickr, incluso hay un grupo en el que sus miembros cuelgan sus propuestas realizadas con más o menos fortuna.

El problema es justamente ese. Que la idea no es nueva. Que ni siquiera es una reinterpretación, ni una pieza irónica por mucho que haya una segunda lectura en el hecho de que el personaje situado tras el cartel sea obeso. No nos engañemos. Es una misma solución para diferentes problemas que no brilla por su originalidad ni creatividad.

También podría ser que estuviéramos equivocados y que, dado que es una idea de segunda mano, o digamos mejor vintage, que es un término más publicitario, la agencia le hubiera cobrado al cliente un precio de ganga.

Por otra parte, y poniéndonos en la peor de las situaciones, también puede ser que el cliente haya pagado una millonada por una pieza como esta pues, a estas alturas y con lo rápido que va todo en este mundo, es ya una "antigüedad creativa".

En todo caso, como esto siga así, algún día, los clientes van a tener que replantearse las cuantías de sus fees anuales, e incluso negarse a pagar alguna que otra factura, lo que, por otra parte, sería lo más comprensible del mundo ¿O es que usted abonaría los honorarios de una compañía de reparación y asistencia que le da un pésimo servicio?

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