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Cuidado con los bancos (de imágenes)

Por EDUARDO BRAVO / ALVARO SOBRINO
Actualizado 12-07-2008 19:34 CET

Recurrir a los bancos de imágenes tiene sus problemas. El publicitario poco diligente puede encontrarse con la sorpresa de haber elegido una foto que ya ha sido utilizada por otra marca o agencia de la competencia.

"Hola, soy la chica de Photodisc. Seguro que me recuerdan de múltiples anuncios. De un banco, de una agencia de viajes, de un salón de belleza de ambiente juvenil, de un banco, de un vídeo club, de un supermercado, de un restaurante, de un banco...".

Con un testimonio como éste podría comenzar este post sobre los peligros del uso del banco de imágenes. Una útil herramienta que, cuando no se emplea con cautela, puede hacer que la chica que aparece a la izquierda de estas líneas se convierta en imagen de mil productos y marcas diferentes, como si no hubiera más mujeres en el mundo y, lo más triste, como si un holocausto nuclear hubiera hecho desaparecer de la faz de la Tierra todos los CDs de imágenes Royalty free. Veamos un ejemplo.

La Agencia de Publicidad que Tiene por Nombre Kitchen (en adelante Kitchen) es, junto con la fantástica Shackleton, una de las empresas creativas más interesantes de las surgidas en los últimos años.

Una de sus virtudes es la de sacar oro y hacer maravillas con presupuestos exiguos. Un hecho que, para poder hacerse realidad, requiere, necesariamente, de los bancos de imágenes. Esos almacenes similares a la Biblioteca de Babel nacida de la mente de Borges pero, en lugar de con libros, con fotografías.

A diferencia de lo que sucede con otras empresas de publicidad, Kitchen se caracteriza por modificar las imágenes originales para conseguir unos acabados lo más similar posible al que pudiera dar un fotógrafo contratado para hacer esa misma imagen por encargo. Para ello no dudan en cortar, retocar, pegar y modificar lo que sea menester y echarles todas las horas que sean necesarias.

Un buen ejemplo de ello es una gráfica de hace unos años en la que, para promocionar la venta de series de televisión en la cadena de supermercados de ocio FNAC, los muchachos de Kitchen convirtieron a un peculiar personaje almacenado un banco de imágenes en un Hommer Simpson-Trekkie.

Lo curioso del caso es que, en el aún reciente festival iberoamericano de publicidad El Sol, hemos podido ver una gráfica que emplea esa misma fotografía. Un trabajo correcto, resultón, que no está mal pero que, teniendo en cuenta el mensaje que transmite, podía haber sido realizada con cualquier otra imagen menos reconocible y que no remitiera a esa otra gran gráfica de Kitchen.

Llegados a este punto, ¿cómo podríamos calificar este hecho? ¿Es un falta de diligencia por parte del segundo publicitario? ¿Se merece Kitchen parte o la totalidad un posible premio que pudiera obtener esta gráfica? ¿Merece la publicidad que le dediquemos tanta atención?

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