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Eficiencia energética: "No es más rico quien más tiene"

Por G. SÁENZ DE MIERA | MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ*
Actualizado 19-10-2008 09:50 CET

"No es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita". El refranero popular siempre ha condensado una gran sabiduría en pequeñas frases que hacen referencia a conceptos que, contados de otra forma, resultarían lejanos a la realidad cotidiana de los ciudadanos. Detrás de este viejo refrán, aparece nítidamente la noción de la eficiencia como fuente de riqueza, algo más que nunca necesario en momentos de crisis. Desde un punto de vista estrictamente económico, las mejoras de eficiencia reducen los inputs necesarios para producir un bien o un servicio. Ello reduce los costes de las empresas y particulares, y tiene una incidencia positiva sobre la productividad y, por tanto, sobre el crecimiento económico.

En el caso de la energía, básicamente el sector eléctrico y el transporte, son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que la mejora de la eficiencia energética se constituye como una de las principales vías para reducir estas emisiones. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), más de un 40% de la reducción necesaria para bajar a la mitad las emisiones en 2050 respecto a 2005 proviene de la mejora de la eficiencia energética. En términos anuales, de 2005 a 2050 se requiere una mejora sostenida de la eficiencia energética del 1,7% anual para alcanzar dicho objetivo (Perspectivas sobre tecnología energética, AIE. Septiembre de 2008).

Lo más interesante de las actuaciones de eficiencia energética es que, además de existir un gran potencial de reducción de emisiones a través de este tipo de iniciativas, muchas son rentables, ya que el flujo de ahorros derivados del menor consumo energético es superior a los costes de las inversiones. La Comisión Europea ya señalaba en su Libro Verde sobre eficiencia energética en 2005 que se podía ahorrar un 20% del consumo energético de toda la Unión Europea de forma rentable. Sólo por constituirse como una acción vital para la lucha contra el cambio climático de forma rentable merecería la pena dedicar el máximo esfuerzo a mejorar la eficiencia energética de nuestra sociedad, pero es que, además, el ser más eficiente se constituye como una fuente de generación de riqueza y empleo.

El McKinsey Global Institute (MGI), en su informe "Capturing European energy productivity opportunity" de septiembre de 2008, identifica siete áreas con importantes oportunidades de negocio asociadas a la mejora de la eficiencia energética: elementos constructivos, aparatos eléctricos, transporte, gestión de demanda, soluciones energéticas particularizadas por tipo de cliente, servicios energéticos y financiación de inversiones. Junto a estas oportunidades de negocio, también la eficiencia energética se presenta como un elemento de competitividad para las empresas existentes, y más en un contexto de crecientes precios energéticos.

El sector de la construcción ofrece grandes oportunidades de reducción de consumo energético. Sólo en Alemania, las mejoras en aislamientos de hogares (aislamientos en techos, paredes y sistemas de calefacción) podrían potencialmente generar un volumen de mercado anual de dos billones de euros. El impacto de estas medidas va más allá del efecto económico, importante en términos de crecimiento y empleo, ya que, junto a este, se mejora la seguridad energética al reducir la dependencia exterior de combustibles fósiles y se contribuye a la reducción de emisiones.

Cada vez es mayor la variedad de dispositivos eléctricos que cuentan con certificación de bajo consumo energético (electrodomésticos, bombillas…). El caso de las bombillas de bajo consumo se ha sido identificando como una importante oportunidad de negocio por empresas como Philips o Siemens, que han creado divisiones dedicadas exclusivamente a este negocio. Según los cálculos del MGI, si dos tercios de las bombillas incandescentes se reemplazaran en los próximos seis años, se generaría un mercado anual para bombillas de bajo consumo de 0,5 billones de euros.

Otra área de negocio con gran potencial son los servicios energéticos, según el MGI. Aquí juegan un papel fundamental las Empresas de Servicios Energéticos (ESCOs), cuya actividad consiste en desarrollar proyectos para proporcionar ahorros de energía a diversos tipos de clientes. Sus ingresos consisten en una fracción de los ahorros conseguidos. En la actualidad, el negocio de los servicios energéticos en Europa supone un mercado de 50 billones de euros anuales. Es hoy por hoy un mercado muy fragmentado con un gran número de pequeñas empresas y algunas divisiones de grandes compañías energéticas como ENEL, E.ON o Scottish Power. El modelo de negocio de estas compañías depende del tipo de servicio ofrecido. Servicios intensivos en capital, tales como la cogeneración o el 'district heating', pueden obtener rentabilidades del 10%, otros como los servicios de mantenimiento industrial del 3 o 4%. Las ESCOs garantizan unos determinados ahorros a sus clientes y reciben una retribución directamente vinculada a la consecución de objetivos, en muchas ocasiones en el marco de contratos a largo plazo.

Sólo las posibilidades de ahorro en iluminación en el sector comercial de la Unión Europea podrían proporcionar unos ingresos globales para las ESCOs de 100 millones de euros anuales. Teniendo en cuenta que la iluminación sólo constituye un 10% del consumo energético del sector comercial, nos podemos hacer una idea del gran potencial de actuación.

La eficiencia energética ofrece nuevas oportunidades de negocio a bancos e inversores institucionales. También para compañías energéticas, que en muchas ocasiones disponen de capacidad propia suficiente para financiar este tipo de proyectos. Algunos ejemplos importantes son el fondo de 18 billones de dólares destinado por el 'Bank of America' a inversiones verdes, que incluye préstamos preferentes para mejoras de eficiencia en hogares. Varios bancos holandeses han comenzado a ofrecer créditos con descuentos siempre que vayan dirigidos a mejorar la eficiencia energética de hogares.

Pero, si las oportunidades de negocio asociadas a la eficiencia energética son importantes, ¿por qué todavía no acaban de despegar este tipo de negocios y los ciudadanos no acometen apenas inversiones en eficiencia? Por que las oportunidades de mercado y los incentivos a invertir en eficiencia por parte de los consumidores se ven mermados por fallos de mercado como la no internalización de la totalidad de costes medioambientales en los precios de la energía, la falta de información o el hecho de que el agente que se beneficia de los ahorros energéticos del edificio en algunas ocasiones es distinto del propietario o constructor de éste (arrendatario-propietario)… También incluso se podrían considerar algunos elementos de carácter sociológico (pereza, inercia, etc.).

Estos fallos de mercado justifican la intervención del sector público por varias vías: estableciendo una regulación que introduzca incentivos al desarrollo de inversiones en eficiencia energética, aprobando medidas que aumenten la transparencia en los mercados energéticos, favoreciendo la intermediación entre agentes para alinear objetivos, facilitando financiación a aquellas inversiones en eficiencia a las que el mercado no se la concedería, potenciando la incorporación de los costes medioambientales en los precios de la energía etc…

La progresiva internalización de los costes medioambientales en los precios de la energía, el establecimiento de estándares de eficiencia energética más exigentes y las mejoras en la información favorecerán las actuaciones en eficiencia energética y reducirán las barreras con las que se encuentran los agentes a la hora de acometer una inversión en este ámbito, tales como la elevada tasa de descuento exigida a las inversiones en eficiencia, que en la actualidad superan el 20%.

En definitiva, en tiempos de crisis no debemos mirar a otro lado cuando nos planteen cuestiones como la eficiencia energética, ya que a sus beneficios medioambientales se une su papel como potencial yacimiento de empleo y riqueza, pudiendo jugar un papel clave para la economía española, al igual que ya lo están haciendo las renovables.


*Gonzalo Sáenz de Miera es economista y promotor del GTPES (Grupo de Trabajo sobre Políticas Energéticas Sostenibles). Miguel Ángel Muñoz es economista.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).

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