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El popurrí de Plaza de Castilla, en construcción

Por SOFÍA RUIZ DE VELASCO (SOITU.ES)
Actualizado 19-12-2008 18:28 CET

Las torres Kio, el monumento a Calvo Sotelo, el edificio de los juzgados, el edificio Castellana, el depósito del Canal Isabel II, el intercambiador de autobuses. Todos estos elementos conforman la Plaza de Castilla, la entrada norte a la capital, con las cuatro torres de la ciudad del Real Madrid en el horizonte... Y ahora tienen un nuevo compañero. Sí, ya se alzan 40 metros del fuste del obelisco del arquitecto Santiago Calatrava, que medirá 92 y estará finalizado en septiembre de 2009.

El obelisco, será, por el momento, la única obra del arquitecto valenciano en Madrid. Y todo por cortesía de Caja Madrid, que ha decidido regalársela a la ciudad para lo que ha habido que desmantelar la fuente de la rotonda y plantar allí un eje central que sostendrá 493 lamas de acero recubiertas de pan de oro. Estas lamas serán accionadas por motores hidráulicos que, sincronizados, irán moviendo las piezas para que produzca el efecto óptico de un movimiento en espiral.

Aunque el protocolo de colaboración entre el Ayuntamiento y la Fundación se firmó en 2004 ha costado materializar el proyecto, como explica Rafael Spottorno, director de la Fundación Caja Madrid: "es un prototipo que nunca se había hecho antes. Ha habido que realizar muchos estudios de seguridad y viabilidad". Además, la cosa ha ido lenta porque por debajo de la rotonda pasa una carretera, las galerías del metro y del canal de Isabel II, por lo que ha habido que desviar la ventilación del túnel y crear unos pilares de hormigón para que sostengan las tres patas de 52 toneladas en que se apoya el obelisco. Este subsuelo ha obligado a descentrar el obelisco en la plaza.

La obra de Calatrava era lo que faltaba a la Plaza de Castilla, esa especie de 'arquilandia' en el que todo cabe. De hecho hace una semana Esperanza Aguirre pretendía plantar allí un rascacielos de 30 plantas, aunque finalmente reculó. Lo cierto es que teniendo un Calatrava con motores y luces no se necesita más. Y es que el obelisco, además de moverse y oscilar ("un metro en días de vientos máximos, aunque será imperceptible a la vista", explica Antonio de la Serna, director de comunicación de Acciona), tendrá cuatro cañones que alumbrarán el monumento, mientras que un cañón de 1.000 vatios en la parte superior iluminará verticalmente el cielo, "sin generar contaminación visual".

Todos estos movimientos e iluminaciones deben de salir por un pico, pero el precio no es público. Porque es de mala educación decir lo que cuestan los regalos. Aunque sea, como ya señaló Diego Fullaondo, un regalo envenenado.

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