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Claves para la implantación del coche eléctrico en España

Por G. SÁENZ DE MIERA | MIGUEL ANGEL MUÑOZ*
Actualizado 12-01-2009 10:15 CET

La introducción de un millón de vehículos eléctricos supondría una reducción de las emisiones de CO2 del 5%. Este dato se incrementaría hasta el 20% si se produjera una sustitución de los vehículos antiguos. Estas son algunas de las conclusiones a las que llegó el último debate del Grupo de Trabajo sobre Políticas Energéticas Sostenibles (GTPES), una cita que vislumbró el papel del vehículo eléctrico en el modelo de movilidad a medio y largo plazo.

Está claro que el grado de éxito en su implantación dependerá tanto del cierre de cuestiones ligadas a su viabilidad técnica y económica —tipología de vehículo a fomentar, logística, modelo de negocio...— como de su encaje en un nuevo paradigma del sector eléctrico y en un modelo de movilidad sostenible en general.

Un diagnóstico del modelo energético global, muy generalizado entre los expertos, plantea dos grandes retos: el cambio climático y la seguridad energética. Por un lado, si no se produce una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la temperatura se incrementará por encima de la franja de dos a cuatro grados a finales de siglo. Por otro, tal y como señala el 'World Energy Outlook' de 2008 de la Agencia Internacional de la Energía, los yacimientos petrolíferos se están agotando al ritmo del 6,7%, el doble de la velocidad prevista, lo que puede introducir tensiones económicas y geoestratégicas en los mercados internacionales de la energía.

En este contexto, en nuestra opinión, no se puede hablar de soluciones únicas, y se debe adoptar una visión basada en las cuñas de Socolow, considerando la electrificación del transporte como una de las líneas de actuación más importantes a tener en cuenta, dado que el sector transporte supone un tercio del consumo mundial de energía, y que más del 90% de sus necesidades energéticas se cubren con recursos fósiles. Es aquí donde el vehículo eléctrico juega un papel fundamental, no sólo por sus ventajas en cuanto a eficiencia —un motor de combustión se sitúa alrededor del 20% frente al 80 o 90% del motor eléctrico—, sino también por el elevado potencial de introducción de renovables con el que cuenta el sector eléctrico.

El análisis de la implantación del vehículo eléctrico se debe realizar desde una perspectiva holística. En un primer momento, se debe considerar el potencial del propio vehículo, siendo necesario tener en cuenta tres aspectos: autonomía, recarga de baterías y coste. Junto a esto, el vehículo eléctrico debe interpretarse como un elemento para avanzar hacia un modelo energético más sostenible, que tiene un considerable impacto sobre el sector eléctrico y cuya implantación requerirá importantes cambios culturales y de hábitos.

En relación a la contribución del vehículo eléctrico a la reducción de emisiones de GEI y contaminantes atmosféricos, uno de los asistentes al GTPES presentó un pequeño análisis preliminar sobre el impacto que tendría la implantación de un millón de vehículos eléctricos en dos plazos, 2006 y 2020. Los supuestos considerados tenían en cuenta los patrones de sustitución de la flota existente, un abanico de potenciales consumos eléctricos por kilómetro recorrido y una determinada configuración del mix eléctrico para cada periodo.

Los resultados, utilizando los datos de 2006, reflejaban una reducción de las emisiones de CO2 de los turismos del 5% si se produjera una incorporación proporcional del millón de vehículos eléctricos. La reducción se incrementaría hasta el 20% si se produjera una sustitución de los vehículos antiguos. Estos resultados, no obstante, deben tomarse con mucha cautela, dada la complejidad de su cálculo y de la elección de los supuestos adecuados.

La mayor parte de los miembros del GTPES confesaron que esperaban una reducción de emisiones mayor, poniendo de manifiesto la importancia de la elección de los supuestos iniciales a la hora obtener los resultados. Sin embargo, se señaló la importancia del vehículo eléctrico para reducir la contaminación local, derivada de las emisiones de partículas y óxidos de nitrógeno. Este ámbito es especialmente importante ya que, sólo en España, el Ministerio de Medio Ambiente señalaba que en 2007 murieron 16.000 personas como consecuencia de la contaminación atmosférica, siendo el tráfico una de las principales fuentes de contaminación.

La viabilidad técnica y económica de la implantación del vehículo eléctrico fue una de las cuestiones más controvertidas en el debate, pudiéndose extraer dos ideas generalmente aceptadas por todos los asistentes a la reunión: primero, la elección de la tipología de vehículo eléctrico condicionará de forma importante su capacidad de implantación; y segundo, es más viable la implantación de los vehículos eléctricos híbridos enchufables que la de los eléctricos puros.

En cuanto a la viabilidad económica, utilizando cifras del proyecto 'Better-Place', una iniciativa de un millón de coches eléctricos podría costar alrededor de 400-500 millones de euros en España, aunque habría que hacer una estimación basada en el análisis del mercado eléctrico español y el estado de su red eléctrica. Sin embargo, una vez planteado este coste, la siguiente cuestión sería quién debe afrontar estos gastos.

Una vez llegados a este punto se planteó la disyuntiva entre asignar al sector público el principal papel financiador o dejar que la propia iniciativa privada desarrolle el mercado, aprovechando las ventajas en eficiencia de estos vehículos frente a la alternativa convencional. Se puso de manifiesto, que en la mayor parte de los casos donde se ha planteado este tipo de proyectos (Dinamarca o Israel) es el Estado el que financiaría la infraestructura y promocionaría con ayudas a la implantación.

En el ámbito del sector eléctrico, se señaló que la implantación a gran escala de vehículos eléctricos tendría un impacto considerable sobre el sector eléctrico no sólo por el incremento de la demanda eléctrica y la necesidad de desarrollar redes que se adapten a las nuevas necesidades, sino también por los cambios que habría que realizar en la regulación del sector. En este sentido, se estaba completamente de acuerdo en que el sector está plenamente capacitado para afrontar cambios en el paradigma regulatorio y para aumentar la implantación de energías renovables con las que cubrir el incremento de demanda.

Por último, como en otros ámbitos de la sostenibilidad, se planteó el papel clave de los elementos culturales y los hábitos para el éxito de la implantación del vehículo eléctrico. Así, se presentan dos importantes retos a superar. La implantación del vehículo eléctrico puro con baterías intercambiables requeriría probablemente la ruptura del modelo de vehículo en propiedad, muy arraigado, para avanzar a un modelo en el que el cliente adquiere servicios de movilidad, pagando una determinada cantidad por la utilización de vehículos y baterías asociadas. Además, los coches actuales disponen de elevadas prestaciones (calefacción, aire acondicionado, etc…) que deberán mantenerse en los nuevos modelos eléctricos para no limitar su éxito.


*Gonzalo Sáenz de Miera es economista y promotor del GTPES (Grupo de Trabajo sobre Políticas Energéticas Sostenibles). Miguel Ángel Muñoz es economista.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).

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