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El próximo Watergate puede descubrirlo una universidad

  • AP distribuirá las investigaciones de cuatro agencias no lucrativas
  • La industria busca en este sistema mixto solventar los recortes en personal y medios
Por CRISTINA F. PEREDA (SOITU.ES)
Actualizado 17-06-2009 12:52 CET

WASHINGTON.-  Una investigación periodística descubrió hace unas semanas que Gobiernos extranjeros y empresas privadas financiaron más de 22.000 viajes de personal del Pentágono durante los últimos diez años. El año pasado, la misma fuente desvelaba la estrategia propagandística del Gobierno de Bush para lograr apoyos a la invasión en Irak después de analizar miles de documentos.

Pero esta información exclusiva no viene de ningún gran medio estadounidense cumpliendo con su labor de vigilancia al poder. El 'perro guardián' era el Centro para la Integridad Pública (CPI), una organización sin ánimo de lucro especializada en investigaciones periodísticas. A partir del 1 de julio todo su trabajo será distribuido por la agencia de noticias Associated Press. El acuerdo se extiende a otras tres organizaciones similares: ProPublica, el Centro para Periodismo de Investigación y los Seminarios de Periodismo de Investigación de la American University.

"Se trata de un programa piloto y todavía nos queda mucho trabajo pendiente, pero estamos muy contentos porque supone un gran impacto y promoción de nuestro trabajo, que va a llegar a más de 1.500 periódicos a través de la agencia AP", argumenta Bill Buzenberg, director del CPI.

El acuerdo no deja de hacer referencia a un proyecto en marcha que sufrirá modificaciones. Buzenberg considera que podrá haber acuerdos exclusivos con algunos medios de comunicación, por lo que cierto material no sería distribuido por la agencia. "Probablemente tengamos que modificar un poco el acuerdo con AP y mejorarlo con el tiempo. Tenemos que aprender bien cómo venderlo a los periódicos, pero supongo que dentro de seis meses sabremos hacerlo mejor que ahora", explica.

Buzemberg adelanta que el sabroso acuerdo les obliga a publicar en su base de datos piezas periodísticas como las que distribuye AP. El CPI acostumbra a colgar en su web, junto con los resultados de sus investigaciones estrellas, grandes bases de datos, gráficos, vídeos, documentos originales y otros materiales que 'no caben' en las páginas de un periódico. Si el proyecto funciona, adaptará el material para radio y televisión. Hasta ahora llegaba los lectores sólo en forma de artículos que elaboraban los medios basándose en la web del centro. En la mayoría de las ocasiones, se trata de información oficial —desde documentos gubernamentales a estadísticas— disponible para el público y que tamizan los investigadores del CPI, pero en los últimos tiempos se había convertido en una losa la falta de tiempo y recursos para escarbar en lo que queda enterrado dentro de los informes estatales, las declaraciones a hacienda de las empresas, o las cuentas que reflejan que mueven las compañías privadas en el congreso.

AP reacciona ante la realidad de los medios

Associated Press responde con este gesto a dos realidades. Por un lado, se adapta a la tendencia de los últimos años de invertir en proyectos de investigación independientes fuera de la órbita de los grandes medios. Por otro, plantea soluciones a los recortes de presupuesto en prensa por la caída de la publicidad y la pérdida de lectores, algo que ha afectado principalmente a los proyectos de investigación, muchas veces la única fuente de información exclusiva que tenían los periódicos.

Las cuatro organizaciones que han logrado el acuerdo con Associated Press llenan con 50 periodistas los huecos que estos últimos meses han quedado en las redacciones. Y también animan el contexto económico, ya de por sí revolucionado estos días en torno a los medios. Según J-Lab, las fundaciones y organizaciones de caridad norteamericanas han invertido más de 65 millones de dólares desde 2005 en proyectos de investigación. El último beneficiado ha sido Huffington Post, con casi dos millones de dólares donados por la Fundación Knight.

Tanto el CPI como los otros tres partícipes del acuerdo con Associated Press para distribuir su contenido a 1.500 periódicos son organizaciones sin ánimo de lucro. La agencia se alinea así con los que se han apuntado a este modelo de negocio —basado en el 'no negocio'— que muchos consideran último salvavidas de los medios de comunicación. ¿La fórmula? Estos centros de investigación se nutren de donaciones privadas, en gran parte consecuencia de la obligación legal para las grandes empresas estadounidenses de financiar obras de caridad y proyectos sin ánimo de lucro.

Ésta es precisamente la raíz de una polémica que atañe a la fiabilidad del trabajo que puede hacer una organización si su presupuesto viene de la esfera empresarial. Igual que suscita suspicacias que un reportero llegue a recibir presiones de los dueños de su medio que afecten al enfoque de una noticia, si un hecho se cubre, o la profundidad con la que se hace, escama que estas organizaciones también puedan ser presionadas por los donantes de fondos.

Ante las sospechas, Buzenberg se defiende: "Tenemos nuestro propio equipo editorial, como lo tienen los medios de comunicación. En el caso de que ellos se convirtieran en organizaciones sin ánimo de lucro como la nuestra, tendrán que mantener esa línea que asegure la independencia de su trabajo periodístico respecto a las fundaciones que donen el dinero".

Un argumento en contra de la supuesta independencia editorial de estas organizaciones se encuentra en la escasez de financiación de proyectos de investigación periodística con orientación política de derechas. Todos estos centros con los que ha logrado el acuerdo AP han sido acusados en alguna ocasión de izquierdistas, a pesar de los numerosos premios cosechados por su independencia.

La gratuidad: ¿solución u homogeneización?

La gran pregunta es si los modelos de funcionamiento de los medios de comunicación y las organizaciones no lucrativas son compatibles. La gratuidad ha ayudado a los proyectos de investigación de las organizaciones de investigación, que ofrece en su web todos sus productos al público sin cargos. Pero al mismo tiempo ha arruinado a los grandes medios, que acaban repitiendo la misma información —que proviene en gran parte de las agencias— que el resto de publicaciones. Esto ha alejado a muchos lectores de los periódicos. La redundancia informativa hace plantearse a muchos el interés de comprar el periódico si lleva noticias que leyeron el día anterior en la web. Por esta razón, las organizaciones de medios han sido criticadas desde los primeros acuerdos en los años 90 con las agencias de noticias. Si se hubieran negado a que todos los medios tuvieran las mismas piezas de información al mismo precio, puede que la percepción del valor de su trabajo periodístico ahora no estuviera en niveles tan bajos.

La CNN rompió en agosto de 2007 su acuerdo con Reuters, en un movimiento que sorprendió a la industria de medios. El canal de información líder en Estados Unidos sólo distribuye contenidos de AP o recogidos por sus propios periodistas. Ningún medio de comunicación ha seguido los pasos de la gran cadena estadounidense para centrarse en más material propio y menos de agencias. Parece que ahora tendrán aún menos excusas.

Para saber más de la crisis de los medios en EEUU:

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