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Lunares azules: Caprichos ópticos

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 28-07-2009 11:48 CET

En el cuerpo humano se dan gran cantidad de efectos ópticos. Entre aquellos más llamativos encontramos los lunares azules. Pese a que la mayoría de las personas se asustan al descubrirlos por primera vez por su extraño color, en realidad, son como un lunar cualquiera.

Como ya vimos anteriormente, los colores de algunos elementos que observamos a través de la piel o unas capas determinadas de tejidos pueden resultar bastante engañosos y muy diferentes a si no existieran éstos. Y así, vemos las venas de color azul cuando en realidad son rojas, o vemos los iris de muy diferentes colores, cuando en realidad la melanina que da el color es marrón-negruzco.

Los lunares azules, son otro ejemplo más de cómo la piel hace cambiar el color de aquello que envuelve. Un lunar es un tipo de nevus. Llamamos nevus a toda aquella proliferación celular anormal localizada en la piel y hay de muchos tipos: Pueden ser conjuntivos, epidérmicos, vasculares y, en el caso del lunar azul, se trata de un nevus melanocítico. Es decir, se produce una proliferación de melanocitos, las células encargadas de sintetizar melanina.

Coloquialmente, todos conocemos a los nevus melanocíticos comunes adquiridos como lunares, son el tipo de nevus más frecuente. Todos, exceptuando aquellos que son de piel negra, poseemos estos lunares tan característicos. En la imagen de la izquierda podemos ver este nevus típico.

El nevus azul, sin embargo, es algo bastante menos frecuente. En asiáticos, se encuentran en un 3-5% de los adultos, en blancos un 1-2% y son rarísimos en negros. Curiosamente, este nevus azul aparece con una alta frecuencia en los recién nacidos orientales e indios en la zona de la espalda y/o glúteos dando lugar a la conocida mancha mongólica. Esta mancha es algo totalmente normal y benigno que terminará desapareciendo con el tiempo. Aunque eso no impide que los padres se lleven un buen susto al detectar la mancha por primera vez en su bebé.

Si hay algo que llama la atención, es que el nevus melanocítico común y el nevus azul son esencialmente lo mismo. Lo único que cambia es la localización, ya que el primero se encuentra en la epidermis, o en la zona más superficial de la dermis. Mientras que el segundo se encuentra sólo en la dermis.

La diferencia de color debida a la profundidad se debe a un efecto óptico conocido como efecto Tyndall. Básicamente, se produce una dispersión de la luz diferente, según la profundidad en dónde se encuentre el nevus. Si es muy superficial el lunar se verá muy negro, si es un poco más profundo, se verá marrón y si es muy profundo se verá azul. De esta forma, podemos conocer sólo por el color del lunar, en dónde está localizado.

Aunque el color asuste, aquellas personas que lleguen a desarrollarlo deben saber que son tan benignos como los lunares. Aunque, al igual que ellos, siempre puede haber un mínimo riesgo de que sea maligno, sobre todo si se observa que crecen rápidamente en poco tiempo.

Para saber más sobre el Nevus Azul: Blue Nevi

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