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La revuelta de las lechugas

  • En París ya son unos 50 los jardines comunitarios creados con el apoyo del Ayuntamiento
  • Todo lo contrario ocurre en Madrid con casos como el de la calle Doctor Fourquet, 24
  • Una muestra en esta ciudad repasa iniciativas ciudadanas para plantar en zonas urbanas
Por CLEMENTE ÁLVAREZ (SOITU.ES)
Actualizado 28-09-2009 12:47 CET

Calle Doctor Fourquet, 24, en Madrid. Una puerta candada en el Barrio de Lavapiés cierra el paso a un viejo solar abandonado para que ciudadanos no vuelvan a entrar a plantar lechugas y árboles. Hace unos meses, un grupo de voluntarios, con apoyo de vecinos, pusieron en marcha un proyecto experimental denominado "Esta es una plaza" para rehabilitar este espacio público. Limpiaron el solar, montaron campos deportivos, un teatro y se pusieron a cultivar un huerto. Sin embargo, al poco tiempo todo fue arrasado por una excavadora y la que fue plaza por unos días volvió a ser clausurada por el Ayuntamiento. Nada que ver con lo que ocurre hoy en la rue Georges et Maï Politzer, 24-26, en Paris, donde este verano se abrió un nuevo jardín compartido, uno de los cerca de 50 creados por ciudadanos dentro de un programa municipal denominado Main Verte (Mano Verde). Una muestra en Madrid,"Semillando", repasa este fin de semana diferentes iniciativas de conversión de espacios urbanos en áreas verdes para la agricultura y la jardinería, una forma de revuelta pacífica entre urbanitas cansados de ver sólo asfalto y ladrillos que se abre paso en países como Francia, Reino Unido, Holanda...

"Lavapiés es una zona en la que le faltan espacios verdes y ese solar lleva 30 años cerrado", comenta Laura Riero, una de los integrantes del grupo de arquitectos, ambientólogos, biólogos o artistas que está detrás de este proyecto experimental "Esta es una plaza". "Todo surgió en un taller de la Casa Encendida, como parte de una intervención urbana los primeros días de diciembre del año pasado. Salimos a la calle y se lo contamos a los vecinos. Diseñamos un parque con huerto, zonas deportivas, un teatro, un mercado de trueque. La acogida fue buenísima. Limpiamos el solar y los vecinos nos ayudaron a plantar lechugas. Todo salió tan bien que decidimos continuar con el proyecto ".

El buen rollo se terminó cuando unos operarios municipales pusieron un nuevo candado a la puerta y clausuraron el solar convertido en parque. Ellos redactaron un proyecto, solicitaron permisos al Ayuntamiento y empezaron a moverse. Y. mientras tanto, una vecina, Doña Amparo, sacaba de vez en cuando una manguera por su ventana para regar desde arriba el huerto. "Nosotros no hemos ido a 'okupar', siempre hemos querido hacerlo todo de forma legal y con el respaldo de los vecinos", asegura esta licenciada en Ciencias Ambientales y en Bellas Artes, que cuenta cómo en mayo ocurrió lo de la excavadora. "Nos quedamos bastante tristes porque no entendíamos a que venía tanta agresividad, lo destrozaron todo". Para responder, llevaron a cabo una nueva intervención: la revuelta de las lechugas. Pusieron por la calle esquelas en recuerdo de las lechugas y la plaza muertas, y colgaron en los árboles cintas negras de luto. Al final consiguieron salir en los medios de comunicación y el Ayuntamiento se sentó a hablar con ellos. "Nos ofrecieron dejarnos la mitad del solar, pero todavía estamos esperando".

En París es el propio Ayuntamiento el que facilita la creación de jardines compartidos en espacios públicos desde que se aprobó en 2003 la "Charte Main Verte" (la Carta Mano Verde). En sí, se trata de una especie de contrato en el que la administración cede los terrenos de forma temporal siempre que los ciudadanos reagrupados en una asociación se comprometan a cumplir ciertas exigencias: abrir el jardín al público dos medias jornadas a la semana cuando esté presente algún miembro de la asociación, mantener el jardín en buen estado, priorizar un cultivo ecológico (sin fertilizantes, con poco consumo de agua...), contratar un seguro de responsabilidad civil... En este caso, es el Ayuntamiento el que defiende la creación espontánea de estos espacios verdes como lugar de encuentro en los barrios y como forma de mantener la biodiversidad en áreas urbanas. Los ciudadanos pueden disfrutar de los terrenos mientras no haya que construir allí alguna otra instalación pública y cuando esto ocurre se estudia una nueva ubicación. A veces no resulta nada fácil dejar el jardín compartido. No obstante, la administración confía en el compromiso de los ciudadanos para cedérselo sin grandes exigencias.

"En otros países de Europa resulta muy común, aquí no ha ocurrido quizá por la vigilancia que se ha hecho de estos solares por la fuerte especulación urbanística", subraya Suset Sánchez, la comisaria de "Semillando", el encuentro que tiene lugar este fin de semana en el Matadero de Madrid sobre agricultura ecológica y sobre la conversión de espacios urbanos en jardines o huertos. "Puede que ahora sí que se queden más espacios vacíos que se puedan recuperar como zonas verdes", incide esta responsable del centro de creación contemporánea Intermediae. "Pero lo importante no es sólo el terreno, sino crear espacios verdaderamente vivos que la gente utilice, esto es algo que nos beneficia a todos".

A diferencia de otro tipo de intervenciones esporádicas para reivindicar la creación de espacios verdes en las ciudades, como el de las "green guerrillas", con estos jardines/huertos compartidos se trata de mantener un proyecto vivo durante el tiempo. Junto al ejemplo de "Esta es una plaza", son otras las iniciativas de rehabilitación de espacios para plantar de las que se ha hablado en esta muestra:

El 56 de St. Blaise (París). En 2006 el Ayuntamiento de París invitó al colectivo de arquitectos "atelier d'architecture autogerérée" a trabajar en un solar vacío entre edificios de 200 m2 en el número 56 del barrio de St. Blaise. El resultado es un espacio cultural y ecológico autogestionado por vecinos y asociados. Tiene jardín donde plantar, pero también cubierta vegetal, sistema de recogida de agua de lluvia, compostadora o placas solares. También se organizan talleres, exposiciones, proyecciones...(Más información)

What Will The Harvest Be? (Londres). Este jardín/huerto ocupa un área de 2.000 m2 de unos antiguos terrenos de una abadía en el este de Londres, en el área de Newham, un punto cercano a la Villa Olímpica 2012. Diseñado por los artistas Karen Guthrie y Nina Pope, tiene sus puertas abiertas a cualquiera que quiera plantar hortalizas o flores. Su nombre recoge una frase escrita en un muro cercano a una zona invadida en 1906 por un grupo de desempleados que se puso a cultivar la tierra: "What Will The Harvest Be?". (Más información)

Aulagarden (Granada). Este jardín tiene la particularidad de estar dentro de un campus universitario, en concreto, dentro de los terrenos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. El proyecto está coordinado por el colectivo FAAQ dentro de Aulabierta y pretende ser una experiencia piloto que pueda extrapolarse a otros espacios universitarios o incluso a otras zonas de la ciudad que no tengan espacios verdes. (Más información)

Can Masdeu (Barcelona). Esta antigua leprosería en la sierra de Collserola es el único espacio "okupado" de los huertos descritos. El proyecto se inició en diciembre de 2001 y resistió un intento de desalojo en abril de 2002. Hoy viven allí unas 30 personas que cultivan la mayoría de lo que consumen. Aseguran defender la sierra de Collserola frente a la invasión de la metrópolis de Barcelona. La asamblea de los Huertos Comunitarios se reúne una vez al mes para decidir sobre la gestión del agua, el reparto de tierras, las actividades colectivas... (Más información)


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