Todo sobre mi anticuado DNIe

Actualizado 04-01-2008 20:42 CET

Aunque un titular como este pueda oler de forma oportunista a película de Almodóvar, creo que es el más adecuado para describir un ‘déjà vu’ que he vivido en una comisaría. Todo esto está muy curioso, siempre y cuando no afecte a los derechos y obligaciones de los ciudadanos, como en este caso es el DNIe (Documento Nacional de Identidad Electrónico), cuya expedición -lejos de resultar innovadora-, es de lo más tradicional. Y no hablemos con respecto a la tecnología, que ya se usaba en los pases de temporada de Expo’92.

Luces y sombras en torno al DNIe



Como mi madre me dice que las cosas buenas se hacen esperar, y mi paciencia está todavía a prueba de bombas, esta mañana me fui a renovar mi carné de identidad en la nueva comisaría del centro de Sevilla. Ya habían llegado a mis oídos las noticias de que el madrugón era imprescindible para obtener el nuevo documento, ya que se hacía cola desde las siete de la mañana para coger el número que daba acceso a la renovación.

Como buen “borrego electrónico”, de vacaciones y sin ganas de madrugar excesivamente, llegué a dicha Comisaría a las ocho de la mañana, pudiendo comprobar que unas 30 personas se habían levantado antes que yo para lograr en “plástico del poder”. A las nueve comenzaba el acceso al expendedor de números y para mi asombro, a las nueve y diez ya no había más números para el turno de mañana y quedaban tan sólo unos pocos para la tarde.

No tuve mala suerte y sobre las 10:10, me encontraba sentado accediendo a mi nueva identidad para la Sociedad de la Información. Iluso de mí, esperaba algo más impresionante en todo el trámite de renovación, pero absorto quedé al ver que todo el dispositivo era similar al que se utilizaba hace ahora 16 años en los pases de temporada de Expo’92,

En las tarjetas de la Exposición Universal ya iba grabada mi huella con un escáner, y para acceder al recinto, tenía que colocar la yema del dedo índice de la mano derecha, para que el lector óptico confirmara mi identidad. En aquel entonces -con quince años-, me pareció lo más revolucionario y parecido a la ciencia ficción que había visto. Además, introduciendo dicha tarjeta en unos kioscos patrocinados por la multinacional IBM, podría grabar mensajes de voz, dibujos y acceder a un periódico electrónico. 

Por ello, esta mañana quedaba ingratamente impresionado por el arcaico sistema de identificación biométrica, que no me parece avanzado para nada, y del que encima no se ofrece información clara de uso y “disfrute”.

Sevilla fue la capital del mundo durante seis meses, con acceso al futuro de la acreditación y eso me hizo sentirme orgulloso a los 15 años. Hoy, España usa un sistema de identificación de hace 16 años y no creo que sea para sacar pecho ante nadie… Al menos, no salgo mal por una vez en la foto y el DNIe es bonito :-( 

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