El relato en la nueva hoguera

Actualizado 06-01-2008 12:52 CET

La forma de comunicar información está cambiando; los nuevos medios requieren la adaptación de los mensajes, una nueva dinámica del titular.  Alejándonos de la noticia fría, la mixtura entre información, seducción, educación, arte, proselitismo y manipulación ha hecho renacer al contador de historias. Pero el contexto ha cambiado y el relato se convierte en sustancia nueva, inédita, para la cual algunos creadores aún no están preparados.

La literatura vive todavía el auge de la novela como el mejor género para contar historias. Aúna, desde su nacimiento, las seductoras cualidades del héroe épico con la cercanía de la cotidianeidad que implica al lector directamente en los sucesos. De este pacto literario nace el mundo de la verosimilitud en la fantasía que nos atrapa y nos hace partícipes de lo imposible mientras nadamos en las páginas de los libros. El éxito de la novela en nuestra época es su capacidad para transmitir información, ideas y valores a la vez que nos abre la puerta de la imaginación y la evasión.

Gabriel García-Márquez definió la producción de la novela como una construcción frente a la condensación, la extracción de lo que sobra, en la creación de relatos. Las historias breves tienen su encanto en la condensación, en la sugerencia, en la novedad. No es sorprendente que se estén convirtiendo en la forma ideal de comunicación a través de los nuevos medios. Internet y, especialmente, la Web 2.0, el movimiento blogger y las redes sociales son la nueva hoguera ante la que nos sentamos a escuchar historias.

Emergen nuevos gurús de la comunicación ligados estrechamente con el mundo de la publicidad y trasladan la retórica almacenada en la imagen de la era televisiva de vuelta a la comunicación escrita, dotada de nueva fuerza en el espacio virtual. Son los llamados "storytellers" entre los que se cuenta Antonio Núñez con su conocida obra "Será mejor que lo cuentes".

La propuesta es que, ante el bombardeo informativo que recibimos a diario, el relato ha de hacerse nuevamente literario, seductor, misterioso para atraer nuestra atención adormecida. Nacen nuevos modos de expresión para los que las vanguardias artísticas no están tan preparadas como suponemos. En una charla sobre poesía experimental a la que asistí, el poeta no tenía ni la más mínima idea de cómo utilizar un ordenador.

De la pugna entre imagen y texto sobre el nuevo campo virtual, ha surgido un maridaje en el que ambos se han transformado para siempre. El relato crea imágenes y la imagen se hace verbo maleable en los monitores de nuestros ordenadores. La aldea es el nuevo espacio de eclosión, como la ciudad lo fue de los diarios, y la hoguera cálida en la que se cohesiona el grupo contando cuentos es eléctrica y digital. ¿Estamos preparados -se preguntan forzosamente los brujos de la tribu- para relatar como debemos la nueva realidad que nos rodea?

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