El misterio de Agatha Christie

Por gww
Actualizado 06-01-2008 01:53 CET

El 12 de enero se cumplen 32 años del fallecimiento de la reina del crimen, Agatha Christie. Su talento para el suspense y el misterio le proporcionó fama y reconocimiento internacional. Maestra en desvelar misterios ajenos, se llevó a la tumba consigo el mayor de todos ellos: su desaparición durante 11 días en el año 1926.

La noche del 3 de diciembre de 1926 abandonó su casa en coche con rumbo desconocido. El vehículo apareció abandonado poco después sin rastro de la joven novelista. Inmediatamente se dio la voz dealarma para tratar de localizar a la autora en medio de una nube mediática digna de la fama de la escritora, pero más propia de nuestros días. El propio Ministro del Interior británico tomó cartas en el asunto y celebridades como Sir Arthur Conan Doyle ofrecieron sus servicios para aclarar el misterio.

Lo cierto es que Agatha apareció 11 días después,el 14 de diciembre de 1926, registrada en un hotel de Harrogate, bajo el nombre de Teresa Neele siendo la versión oficial que el incidente se explicaba como un episodio de amnesia consecuencia de un accidente con su coche. Agatha Christie se negó a responder a ninguna pregunta sobre este asunto durante toda su vida, contribuyendo así a aumentar el misterio que envolvió a su desaparición.

A falta de una explicación razonable, las teorías más inverosímiles e improbables han tratado de ganarse un lugar en diversas biografías de Agatha Christie. Junto a la explicación de la posible amnesia de la autora (de la que, por cierto, se desconoce que tuviera posteriores episodios similares), se ha propuesto más recientemente otra explicación médica, el síndrome del “estado de fuga”.

Según el impulsor de esta teoría, el médico Andrew Norman quien la defendió en El retrato acabado (2006), el estado de fuga consiste en una profunda depresión o trauma que lleva no sólo a una amnesia respecto del pasado, sino que impulsa al paciente fuera de su ámbito doméstico asumiendo en muchos casos una personalidad diferente a la suya propia.

¿Cómo llegó Agatha Christie a una situación tal que la hiciera caer en ese estado de fuga?. Norman sugiere dos hechos acaecidos durante 1926 que socavaron y quebraron la salud psíquica de la escritora: la muerte de su madre y la confesión de su marido de que tenía una amante por la que estaba dispuesto a divorciarse. Agatha Christie, según la imagen pública por la que es conocida, convencional y puritana, hija de una sociedad aún imbuida de la moralidad heredada del siglo XIX, reprimió sus impulsos que terminaron por aflorar bajo el disfraz del estado de fuga.

En fin, muy prosaico, ¿no creen? La genial autora de libros como Diez negritos o Asesinato en el Orient Express merece algo más novelesco y complejo, algún pequeño as bajo la manga con el que deslumbrar al lector despistado. Hagamos ese pequeño trabajo como homenaje a ella en el aniversario de su fallecimiento y no olvidemos que, junto a sus famosas obras policíacas, también escribió bajo el seudónimo de Mary Westmacott varios novelones rosa.

Con esta premisa, y al igual que en las últimas páginas de sus relatos desvelaba una a una las pistas que habían llevado a sus personajes a conocer los hechos indubitados que descubrían al asesino, ladrón o ambas cosas a la vez, nos aventuraremos a desvelar el misterio mejor guardado por Agatha Christie.

Destrozada por la confesión de su marido, y con el fin de frustrar su amenaza de divorcio, o simplemente con la intención de causar daño a su marido (verdadero gran amor de toda su vida, pese a que posteriormente contrajo nuevo matrimonio), planeó cuidadosamente su desaparición. Para ello, abandonó su vehículo en un paraje próximo a la casa en la que su marido se citaba con su amante dejando así una pista falsa para que la policía creyera que aquél era el presunto asesino o, al menos, el culpablede la desaparición de su esposa.

En el hotel en el que se refugió a la espera de ser descubierta finalmente por la policía británica se registró bajo el falso nombre de Teresa Neele; curiosamente, el nombre de la amante de su esposo era Nancy Neele. La coincidencia en el apellido no era otra cosa que un guiño siniestro a su marido a quien le bastaría para comprender lo que su mujer podría llegar a hacer por causa de los celos.

Desgraciadamente, la trascendencia mediática de su desaparición frustró sus planes dado que lo que pretendía no ser otra cosa que un pequeño acto de venganza privada hacia su marido, se le escapó de las manos forzándola a inventar una increíble historia de amnesia y accidentes. Finalmente, perdió a su marido, pero su fama se consolidó definitivamente lanzándola a un estrellato que ni siquiera su fallecimiento le ha arrebatado.

Esta teoría, defendida entre otros por Cade en una polémica biografía, seguramente esté tan alejada de la realidad (o tan cerca de ella) como el resto de teorías al respecto. De lo que estoy totalmente convencido es de que la propia Agatha Christie sufrió por no poder escribir una novela con este argumento y final.

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