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Barroco: el arte de la persuasión y el engaño

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andalucia, cultura
Por jjperez
Actualizado 19-01-2008 14:26 CET

La catedral de Guadix acoge hasta el 24 de febrero la muestra itinerante ‘Andalucía Barroca, 2007-2008’

Barroco. La exposición recorre las naves de la catedral accitana

 Artificio. Nada es lo que parece. Todo es un gran espectáculo para la vista, el sentido teatral lo inunda todo y llena cada hueco. Desde el gigantismo al detalle, el barroco lo abarca todo: lo público y lo privado, lo antiguo y lo moderno. No hay aspecto de la vida que este momento de la Historia del Arte dejase sin tocar.

El barroco llegó a Andalucía para quedarse, se asentó sobre los pilares de las culturas anteriores, floreció y se extendió en el tiempo como parte del perfil de sus pueblos salpicados de campanarios y espadañas que arañan el cielo del siglo XXI. El barroco es así, una epidermis que transforma una iglesia gótica en barroca o que se manifiesta en cada fiesta de los pueblos andaluces a través de los volantes de un traje de gitana a modo de capitel corintio invertido. Eso es el barroco y así se puede ver hasta el próximo 24 de febrero en la catedral de Guadix -Granada-.

El barroco es arte. Durante dos siglos (XVII y XVIII) Andalucía se vistió de barroco. Alonso Cano, Velázquez, Valdés Leal, Mira de Amescua, Torcuato Ruiz del Peral, entre otros muchos -muchísimos-,  tejieron un lienzo enriquecido con numerosas piezas de un patrimonio hoy incomparable e incontenible, sin límites temporales o físicos.

La exposición itinerante llega a Guadix tras visitar Antequera y Jerez de la Frontera. La catedral es el continente barroco de una exposición barroca y, una vez dentro, el visitante es recibido por los seis primeros plafones retroiluminados. Tres y tres. Los primeros paneles están atravesados por una línea cronológica, es la que cabalga a bordo de estos dos siglos. El siglo XVII está presidido por un imperio en el que nunca se ponía el sol, pero oculto por nubes como la peste o el Santo Oficio. El XVIII -el de las luces- muestra un imperio en declive pero iluminado por el comercio transaltántico dirigido desde el puerto de Cádiz o un pueblo festivo reunido en las primeras plazas de toros.

Luces y sombras. Durante más de doscientos años esta expresión artística tiene tiempo de navegar entre lo religioso y lo civil, entre las manifestaciones sensuales y los placeres de la vida a in ictu oculis -en un abrir y cerrar de ojos- lo más tétrico y el gusto por la muerte -Sic transit gloria mundi-. A partir de ahí, situado en el tiempo y en el espacio, el visitante camina entre imágenes fijas o en movimiento, textos y sonidos que se detienen en las mil caras -el barroco fue diverso y cambiante- de la "Andalucía Barroca".

América
De aquí para allá. No hay un solo barroco y cada centro de producción -Sevilla, Granada, Écija o el mismo Guadix- impregna con su carácter local cada obra, pero siempre fiel a formas que persuaden. Otro panel nos muestra como este arte no se queda quieto. Desde aquí el barroco se desborda hacia el Nuevo Mundo, la catedral de México o la de la Habana -por ejemplo- son otros acentos del mismo barroco de Vicente Acero o Gaspar y Torcuato Cayón. Y así se ve en la exposición.

El barroco es una filosofía de vida. Andalucía Barroca 2007-2008 abarca los diferentes factores y elementos que constituyeron la personalidad del barroco andaluz, a través de la sociedad y sus comportamientos, el pensamiento y las ideas religiosas, la arquitectura y el urbanismo, las artes figurativas y las creaciones literarias y musicales o los conocimientos científicos.

Reiteración de la reiteración. El visitante siente que el barroco subraya sobre lo subrayado y marca las ya de por si marcadas diferencias sociales. La puerta de los palacios urbanos se convierten en retablos y sus fachadas en escaparates "para ver y dejarse ver". Los visitantes contemplan como durante dos siglos el arte se consagra a la búsqueda de un ideal en lo civil y en lo religioso.

El visitante ve como los hombres de los siglos XVII y XVIII se escapan de una realidad a través de cúpulas que dibujan un nuevo cielo que, pese al artificio, no es mentira, sólo se trata de una verdad deseada y poblada de querubines ingrávidos y nubes ascendentes sin los límites terrenales.

Diez obras del Guadix barroco

El Guadix de Mira de Amescua o Torcuato Ruiz del Peral también está presente en la exposición tal y como explican sus comisarios, Juan Luis Ravé y Pedro Respaldiza. La muestra cuenta con una selección -realizada por el profesor de la UGR José Manuel Rodriguez Domingo- de piezas de arte mueble, esculturas, pinturas, orfebrería y otras artes suntuarias del Norte de la provincia de Granada, como un terno funerario procedente de Orce, las mazas de Baza o el relicario del brazo de San Torcuato. La muestra engarza así a la perfección con las "magnas" exposiciones que sobre el barroco están presentes en las capitales andaluzas.

La muestra cuenta con algunas piezas restauradas para la ocasión como la Inmaculada Concepción de Ambrosio Martínez Bustos realizada en el segundo tercio del siglo XVII y que proviene del convento de la Concepción. En total son diez obras seleccionadas con la finalidad de que el visitante pueda acercarse a la filosofía de lo que fue el Barroco en el área accitana.

Este selección de piezas se alterna con el carácter didáctico de la exposición. La museografía de esta exposición cuenta con material interactivo y varios niveles de información que permita acercar los valores culturales de la Andalucía Barroca a un público general y, en especial, al importante sector escolar. Esta exposición complementa "Teatro de Grandezas" que se puede ver en Granada.

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