Pushing Daisies, un bonito ejemplo de creación

La temporada televisiva en la que permanecemos, 2007/08, será recordada en la historia de la TV como "el año en el que los guionistas se fueron de huelga". Un acto que ha hecho que pocas nuevas series hayan sido canceladas antes de emitir sus 13 episodios principales. Además, algunos de esos estrenos ya han conseguido temporada completa (que este año podría traducirse como una vuelta en Septiembre), entre ellos se encuentra Pushing Daisies, un dulce caramelo convertido en serie que no ha destacado en audiencias, pero sí en calidad.

Pushing Daisies (que podría traducirse al español como "Criando Malvas") comienza con un curioso y bizarro argumento: Un pastelero llamado Ned puede traer a los muertos solamente con un toque y con otro los devuelve a la muerte, pero si mantiene al regresado más de un minuto despierto, otra alma tendrá que  perecer. Ned, que además resuelve casos como investigador valiéndose de su poder, descubre un día que su tierna novia de la infancia ha sido encontrado muerta, por lo que decide traerla a la vida y mantenerla... a pesar de que nunca más vaya a poder tocarla.

A través de esta premisa, la ficción nos lleva hasta un universo fantástico perdido en el tiempo y el espacio, donde las influencias Burtonianas y de Amelié no intentan esconderse, convirtiéndolo en un soplo de aire fresco para la pequeña pantalla. El romance (con secretos de infancia inclusive) es el hilo conductor del drama, pero además se entremezclan variados géneros como el policíaco (con un extravagante y surrealista caso por episodio), la fantasía, la comedia e incluso el musical.

Definitivamente, Bryan Fuller es un genio de la escritura, que ya había demostrado sus dotes en Héroes o Tan Muertos como Yo, pero que aquí ha podido explayarse a su antojo y escribir una personal historia llena de tintes coloristas, sin pasarse de la raya de lo extravagante.

Un (molesto, para algunos) Narrador con voz en off nos cuenta a través de un "Estos eran los hechos..."  todo lo que les ocurre a los personajes que habitan este mundo, cuya primera temporada tristemente acabó en el noveno episodio (a causa de la ya mencionada huelga) sin haber podido entregar lo suficiente pero habiendo captado ya un grupito de fieles seguidores de las aventuras de Ned y Chuck.

Queda pendiente para su vuelta, el desarrollo y evolución con más profundidad de los personajes principales y secundarios (los acompañantes Olive y Emerson tienen momentos impagables) y la vuelta de algún personaje esporádico que todavía puede dar mucha cancha: un experto en el lenguaje olfativo interpretado por Paul Reubens o una musa de los caramelos a la que da vida Molly Shannon. Todo ello acompañado de estrafalarios misterios y la solución de una inesperada revelación que se dio en la anticipada season finale.

Junto a Dirty Sexy Money, cuyo cast es excelente, ésta es la serie que mejores momentos nos va a dar en un futuro, si los  productores y guionistas llegan algún día al esperado acuerdo. Toda una muestra de la buena salud de la ficción estadounidense.