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A la calle contra el aborto: ¿otro caso de amagar y no dar?

  • El Partido Popular ha anunciado que si llega al poder modificará la reforma legal
  • Igual que para aprobar una norma, para abolirla es necesaria una mayoría absoluta
  • Marchas como la del sábado sirven para dar cohesión al electorado de un partido
Por MARGARITA LÁZARO (SOITU.ES)
Actualizado 22-10-2009 09:39 CET

Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja, María Dolores de Cospedal, María San Gil e incluso el ex presidente José María Aznar. Son sólo cinco de las decenas de rostros 'populares' —más de 50, según la agencia EFE— que este sábado se dejaron ver en la marcha antiabortista convocada en Madrid. Rostros de un partido que durante sus dos legislaturas no movió ni una coma de la actual ley, que permite el aborto en tres supuestos, a pesar de la oposición presentada en su día. Ahora vuelve a hacer ruido y la pregunta que muchos se hacen es si se trata de un ejemplo más en la lista de agitaciones masivas que no terminan en nada, pero que consiguen "darle cohesión al electorado", como explica el experto en movimientos sociales Ramón Adell Argilés.

"Una cosa es pedir algo desde la oposición y otra cosa es llegar al poder y tomar la decisión de cambiarlo", continúa Adell Argilés. Y es que el Partido Popular, unido a grupos antiabortistas —Concapa, el Foro de la Familia o Hazte Oir— en esta causa, ya ha dicho en múltiples ocasiones (y lo ha demostrado durante sus ocho años en el gobierno) que no va a dar un paso atrás con lo ya hecho. No está de acuerdo con la reforma y pide que se cumpla a rajatabla la ley vigente.

De momento los 'populares' han anunciado su intención de presentar una enmienda a la totalidad, como ya hizo en 1985 y como también hará Unión Democrática de Cataluña (UDC). Está por ver si algún otro partido se une ya que el martes el Congreso amplió una semana el plazo para hacerlo. Además el PP ha anunciado que si es necesario está dispuesto a recurrir ante el Tribunal Constitucional. Pero éstas son sólo posturas desde la oposición. De llegar al poder, su intención es cambiar la nueva norma, como explicó Soraya Sáenz de Santamaría este miércoles. En ningún momento habló de derogaciones.

No es una tarea fácil

Lo cierto es que abolir una ley es algo que no sucede con frecuencia. Prácticamente nunca. "Para derogar una ley como la del aborto (igual que para aprobarla) es necesaria una mayoría absoluta porque es una ley orgánica, que afecta a la vida. Se tiene que aprobar en el pleno de las Cortes por la mitad de los diputados más uno", asegura el profesor de derecho civil Alfonso Serrano Gil, que apunta que al PP no le hubiese resultado complicado cambiar la ley del aborto ya que en 2000 ganó las elecciones por mayoría absoluta.

El también profesor Ramón Adell Argilés cree que "muy difícilmente se va atrás cuando se lleva un cambio y menos en este caso". Para él la sociedad siempre va por delante y, como explica Serrano Gil, "esta reforma legal normaliza una situación que ya venía sucediendo". Porque en el 97% de los abortos llevados a cabo en estos 24 años las mujeres se han acogido al vacío legal que deja el primer supuesto ("grave peligro para la salud psíquica de la embarazada"). Antes de 1985 también las mujeres españolas abortaban, pero lo hacían en el extranjero. Entonces hubo oposición, "incluso más que ahora", cuenta Adell Argilés, pero llegado el momento no se cambió la norma. Ésa es la pregunta que ahora persigue a Aznar, que el sábado justificaba su presencia en la marcha porque el Gobierno quiere "convertir el aborto en un derecho, de permitir abortar sin consentimiento a las menores; eso pasa todos los límites". Hace cuatro meses era algo más claro al declarar que la vida y los gobernantes no son perfectos".

Y es que, a la hora de la verdad, "nadie se mete en la complicación de abolir una ley que está funcionando", insiste Adell Argilés, convencido de que la reforma del aborto "no es una prioridad para el PP". Siempre hay un electorado que está a favor de esos cambios y yendo para atrás se podría perder. Otra cosa es hablar de dictaduras. Franco sí derogó muchos avances sociales aprobados durante la Segunda República y para explicarlo Alfonso Serrano Gil cita dos ejemplos. Por un lado se refiere a la Ley del Divorcio que se aprobó en 1932 y por otro, al aborto. Aunque resulte sorprendente, en 1936 el Gobierno de la Generalitat de Catalunya despenalizó y legalizó el aborto. Sin embargo este derecho desapareció tras la Guerra Civil.

Agitación masiva

Tirando de hemeroteca podemos comprobar cómo la historia reciente está llena de manifestaciones de los partidos oposición con el único objetivo de hacer ruido. Si antes citábamos la Ley del Aborto de 1985, también podemos hacer mención a las diversas manifestaciones en favor de la familia realizadas tras la aprobación de la conocida Ley del Divorcio Express en 2005 o la Ley 13/2005, que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo, aprobada ese mismo año. Así, diez días después de la marcha "por la familia católica" del 30 de diciembre de 2007, en la que hubo miembros del PP, y a sólo tres meses de las elecciones del 9-M, Rajoy aseguró que no pretendía abolir ninguna de las dos reformas. Ni tampoco tocar la ley del aborto.

Otra cosa sería cambiarle el nombre a las uniones entre personas del mismo sexo. El Partido Popular ha repetido por activa y pasiva que llamarlas 'matrimonio' es inconstitucional ya que el artículo 32 de la Carta Magna dice que "el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica". De llevarse a cabo una reforma sería sólo una modificación, que según Serrano Gil, "es lo máximo que se hace. Pequeñas matizaciones". Más ejemplos son las movilizaciones contra las reformas educativas. Las protestas contra la LOU (Ley Orgánica de Universidades) fueron un hecho en 2001. Zapatero prometió derogarla de llegar al poder pero la verdad es que sólo hizo modificaciones. ¿Pasará lo mismo con la asignatura 'Educación para la Ciudadanía' si hay cambio de Gobierno?

En cualquier caso, para Ramón Adell Argilés la principal razón de todas estas marchas no es otra que "tener una función de cohesión entre los seguidores de un partido, tanto para salir a la calle como para votar". Para él, se trata de "distraer al electorado con algo". "De vez en cuando hacer movilización sirve para no perder el capital aglutinador", matiza. Según el profesor es algo habitual. Se ha hecho y se seguirá haciendo, incluso estando en el poder. "Por ejemplo, en 1983, como el PSOE no estaba llevando a cabo todos los cambios prometidos, convocó una marcha en solidaridad con Chile contra la dictadura de Pinochet, como forma de unificar a la población, aunque sin ninguna utilidad", explica. De esa época también fue la entrada de España en la OTAN. Por mucho que Felipe González se manifestase en su contra en 1980 desde la oposición, en 1986 cuando los españoles tuvieron que votar el referéndum aconsejó lo contrario a lo que había dicho años antes.

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