La columna del domingo

¡Hoy empiezo con mi columna del domingo! Me he imaginado muchas veces escribiéndole una carta al director de un periódico: “Señor, señora, déjeme probar dos o tres domingos. No necesito la última página del suplemento ni la que está al lado de la viñeta de Forges, me conformo con un hueco en las páginas de economía. Ya me encargaré yo de avisar a mis primos para que me lean”.

Pero nunca escribí la carta, bueno, nunca terminé de escribirla. Para empezar no sabía si tenía que remitirla al director del periódico o a algún otro superhéroe.

La fijación me viene desde bien pequeño. Recuerdo salir del quiosco del barrio emocionado con mis 20 sobres de cromos, acompañando a mis padres, que les bastaba con el periódico.  Nada más llegar a casa yo me sentaba a pegar y tachar cromos de la lista, mientras que el periódico, después de tanta urgencia, podía quedarse dos o tres horas olvidado en la mesa. Las columnas caerían a lo largo del día.

Mi primera vez fue un verano en casa de mi abuela. Mi primo mayor llevaba ya un par de años ojeando el periódico y eso me rompía los esquemas: ¡no había que esperar a ser padre! Pero aquel día,  lo que hizo que me decidiese, fue que en  la portada del dominical, había un futbolista. ¿Quién? No me acuerdo. Seguramente mire las fotos, leí un poco y me cansé enseguida pero desde entonces el periódico pasó a ser también cosa mía.

Empecé leyendo nada más que reportajes con muchas fotos y la clasificación de la liga de fútbol así que tarde unos cuantos años más en llegar a las columnas del domingo, esas que ahora recorto y guardo en carpetas de colores.

Cuando hablo de las columnas del domingo me refiero a  todos esos artículos, con o sin forma de columna, que hablan de todo un poco, más bien sin ton ni son y que están colocados estratégicamente en las diferentes secciones del periódico para darnos que pensar. De hecho no tienen porque publicarse en domingo, también los hay de lunes a sábado, pero es los domingos cuando mejor se leen.

Hoy estoy de fiesta porque he descubierto Soitu, el periódico donde puedo escribir mis columnas del domingo sin cartas de presentación ni límites de palabras. Además puedo empezar ya mismo.