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Los que cuentan, los que gritan, los que callan: Indice de participación en la red y cambio cultural

Por dreig
Actualizado 27-03-2008 07:07 CET

Leo en un magnífico post de Genís Roca sobre el índice Forrester’s Social Technographics, que se dedica a indicar, mediante una serie de variables, cual será el nivel potencial de participación en internet para determinados grupos de población, desde crear a sintetizar o leer contenidos. ¿Participa la mayoría de la población en Internet? ¿En qué grado? ¿Cuáles son los grupos de población que participan en qué tipo de tareas de mayor a menor implicación?


La distribución se realiza en 6 categorías según la actitud en la red:

-Creadores (generan contenidos)

-Críticos (comentan)

-Colectores (sindican contenidos)

-Miembros (pertenecen a redes sociales)

-Espectadores (leen blogs) (Sería una categoría asimilable a la de los “lurkers”, término que aprendí hace poco en el blog de Concepción Abraira y que se refiere a los participantes pasivos en las comunidades de práctica)

-Inactivos (nada de lo anterior, formarían parte de la brecha digital, aún importante)

He intentado, con ánimos descriptivos de la importancia de la participación de la mujer en la red, ver el índice para el grupo de población femenina, pero en estos momentos la página de Jeremiah Owyang, desde la cual podemos calcular los datos del indicador, está caída.

Veremos en próximos posts si la inhibición o especialización en ámbitos de contenido asociados a los roles tradicionales de género (alejados de cualquier sector de influencia en el poder) es o no un hecho confirmado y cuantificable según el índice.

Genís lo aplica otro tema que me preocupa: el perfil tipo de los empleados de una empresa (es decir, Europa como territorio, entre 35 y 44 años de edad, y sin importar el sexo). El resultado es de apenas un 8% de aquellos que crean contenidos o los sindican usando los RSS.

Su reflexión me interesa desde el punto de vista que comentábamos en El trabajador 2.0 en la empresa 1.0:
¿Es posibble que muchas empresas, siempre temerosas de ceder espacios de poder, puedan llevarse la sorpresa de que en una cultura de roles estrictos empleador-empleado y muchísimas susceptibilidades sobre privacidad, realmente sean pocos los que quieran participar? Es necesaria, entonces…y sobre múltiples instancias, la sensibilización.

También Fernando Polo reflexionaba en un reciente post sobre los 7 mitos de la Web 2.0 acerca de  los escasos índices de participación significativa, añadiendo que el reto de la inteligencia colectiva no depende sólo de disponer de herramientas como los blogs o los wikis. Es bastante más complejo, más difícil y más laborioso. Es cultural y no tecnológico, y requerirá invertir más tiempo y paciencia que dinero y recursos.

Todo ello me hace pensar en nosotros, en los agentes del cambio 2.0 en entornos 1.0 como figuras más o menos formales con una función clave: apoyar, valorar, dinamizar la participación de personas que quizás dominan los contenidos pero temen las herramientas. Tendrán-tendremos que actuar, de alguna forma, como traductores, intérpretes y desmitificadores de las fábulas circulantes sobre este nuevo país del que muchos se consideran, por edad o desconocimiento, extranjeros.

Es un tema sobre el que volveremos. Dejar ahora solo algunas reflexiones sobre algunas de estas fábulas, posibles mejoras de los elementos inhibidores de la participación:

-Los roles fuera de la red. Avanzar en la igualdad repercutirá en una red más democrática, diversa y por tanto, desde el punto de vista de la construcción social de la verdad, “cierta”.

-Fomentar la libertad, la autonomía en la adopción de estos roles. Que no sea una cuestión de baja autoestima la que autoexcluya de la participación.

-Fomentar el optimismo tecnológico, el entusiasmo, sobretodo en personas que no son nativos digitales y no tienen al hábito de expresarse en ámbitos de información o poder (los jóvenes, según algunos estudios y tal vez gracias al aumento de su nivel cultural y el efecto positivo de la participación en la red pecan a veces de lo contrario: de ambiciones irrealistas que les hacen exageradamente críticos e irrespetuosos con el trabajo ajeno)

-Concienciar o informar sobre la no existencia de una única red, de una única audiencia. A diferencia de los expertos en márketing, los que se dedican a la información parecen querer llegar a veces a una audiencia universal que en un mundo complejo, no existe. La relevancia solo es posible hoy en las microredes.

-La neutralización de las consecuecias negativas que podría tener la participación en la red. El activismo social respecto a cualquier represalia derivada de la libertad de expresión. Que no sea el miedo, tampoco, el que excluya del mundo digital (Observo también, como tema diferencial y relativo a la edad, que las generaciones más jóvenes son más libres, menos “paranoicas” hacia cuestiones de privacidad en internet)

-Seguir avanzando hacia la web semántica, que no dota, en principio de mayor relevancia a los contenidos según su posicionamiento técnico o de autor. Los protagonismos son cosa del pasado (ninguna canción libre, como se comenta en los 7 mitos de la web2.0, será escuchada tantas veces como cualquiera de Sinatra). Es hora de dar importancia al contenido. Al qué y no a quien expresa.

-Seguir valorando, apoyando, fomentando mediante las citas mutuas, los avances, el esfuerzo, las horas de trabajo de quienes empiezan a ser, a su vez, agentes activos de nuestro propio conocimiento.

Sigamos…

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