Noticias que venden

Desde aquella mítica grabación en la que Pamela se hacía cargo de las grandes necesidades de Tommy Lee, que no fue lo que suele llamarse periodismo de investigación, los caminos del entretenimiento chusco abrieron una nueva brecha en la que la priman la búsqueda de la entrepierna depilada (o peluda-hardcore), el culo celulítico y la teta desinflada.

Recortable para montar una Britney calva.

Apareció una nueva generación de famosos por nada, cuyos vídeos íntimos circulaban por la red y cuyos traseros adornaban los fondos de escritorio de millones de chavales atormentados por las feromonas. En este submundo reinan aquellas que son especialmente estúpidas o literalmente idiotas, pero con un matiz que resulta peligroso y sobre el que nadie advierte:  son admiradas por millones de personas por el simple hecho de vivir rodeadas de lujo y no necesitan trabajar para llegar a fin de mes; además han roto muchas barreras y atraen a públicos de todo tipo. La patética vida de Britney Spears, a la que su familia ya intentaba sacar dinero con sólo 8 años, o las excentricidades de la niñas millonarias Paris Hilton y Nicole Richie, son sólo una pata de este banco de despropósitos que traspasa fronteras y que ha transformado a muchos medios de comunicación en un vertedero donde a duras penas se consigue reciclar tanto deshecho.

Existe algo amargo en la risa que producen estas vidas, en la supuesta gracia que tiene ver a gente follando, hasta el culo de pastillas, gorda o alcoholizada; en el culto a los ángeles caídos, a los que lo tuvieron todo y lo dejaron ir. Algo de miseria colectiva. De eso que llaman “noticias que venden” y que son lo peor de una profesión que nunca supo trazar una línea.  Porque todos vieron el vídeo de Pamela aunque no lo emitieran. Y ya no pudieron evitar una sonrisa bobalicona cada vez que se referían a ella.