Definamos, para facilitar las cosas, el realismo cinematográfico como aquella corriente o estética del séptimo arte en la que el fondo (eso es el mundo, la realidad ) es más importante que la forma. Sin pretender ser exhaustivos ni categóricos se puede decir que para el realismo lo mas importante es mostrar (en muchos casos para denunciar) las cosas, es decir ajustarse a ellas, utilizando lo menos posible los artefactos del medio que se utiliza. Es la teoría clásica de la mimesis aristotélica que tuvo su apogeo en la novela decimonónica (francesa n particular) y en el clasicismo pictórico. Cierto es que estas afirmaciones deben relativizarse y la teoría ha evolucionado mucho desde que se fundara esa concepción milenaria del realismo, pero películas como Alemania anó cero o la Tierra Tiembla alimentan su fuerza de la realidad que están describiendo por mucho que, en los dos casos, fuesen los pilares de un nuevo lenguaje que se dio en llamar neorealismo.
De la misma manera, para facilitar las cosas, definamos el formalismo cinematográfico como esa escuela en la que la forma es más importante que el fondo. Sin duda es uno de los caminos que ha tomado el cine en estas últimas décadas, apostando por un cierto barroquismo estético y por la defensa de lart pour lart (o arte gratuito). La autoreferencialidad, la intertextualidad, los guiños posmodernos o la complejidad de los guiones son figuras evidentes de esta tendencia.
Cual es el problema? En principio ninguno, solo que tradicionalmente las películas de denuncia política (y de guerra en particular) habían adoptado mayoritariamente (hay excepciones) el camino del realismo. Y lo que hace la fuerza de Expediente Anwar, la ultima película de Gavin Hood que se estrena hoy en nuestro país, es justamente el formalismo del que vive o más bien el uso formalista de una escena decisiva (la última) en la que la forma explica no solo la obra sino el mensaje de la obra.
Si no fuese por esa escena, la película se desarrollaría como un film de denuncia clásico sobre la tortura y los secretos de la política de Estado, en este caso de la americana. La historia nos cuenta la desaparición de Anwar El-Ibrahimi, un egipcio americano felizmente casado con una americana (Reese Whiterspoon). El espectador descubre pronto que ha sido trasladado a un país africano para ser interrogado ya que se le sospecha de colaborar con un grupo islamista que ha reivindicado un atentado reciente en el que ha muerto un agente norteamericano. Esta extradición forzada es posible por una ley (rendición extraordinaria) aprobada poco después del 11 de Septiembre. El interrogatorio esta supervisado por Douglas Freeman (Jake Gyllenhaal) que se ha visto aupado al cargo del agente norteamericano muerto en el atentado (que se ocupaba de la información terrorista en este país).
La trama sigue perfectamente los códigos clásicos del género con un acusado que se declara inocente (el espectador tiende a creer en su inocencia) y personajes secundarios clásicos como el torturador de las fuerzas del orden locales o el abogado, contratado por la mujer de Anwar, que no quiere arriesgar su carrera por un caso poco claro. Sin ser un prodigio de guión, de interpretación o de montaje, la película consigue enganchar bastante al espectador que sigue con interés e indignación las desgracias y las dudas de los diferentes personajes.
Pero el punto clave de la película (y el que le da su fuerza real) se encuentra en la última escena. No desvelaremos nada que sea importante ya que uno de los placeres también es llegar a ella siguiendo a los personajes. Cabe destacar que esta escena es un ejemplo claro del uso de la repetición, del guión fragmentado y de la sorpresa que tanto placer da en el cine contemporáneo. La mayoría de las veces estas técnicas narrativas y estéticas se usan para aclarar una historia o por el placer visual del espectador.
No es el caso aquí y la forma (circularidad y guión posmoderno) explica el fondo. Explica lo que hemos visto en una hora y media (más o menos) y, sobretodo, explica el mensaje de la película (que ya nos imaginábamos antes de entrar): el terrorismo es fruto de la injusticia contra cierta gente que a su vez, con sus atentados, provocan dolor y rencor hacia otras personas lo que provoca una respuesta violenta hacia
Un buen ejemplo de formalismo: como el círculo vicioso del terrorismo-tortura-terrorismo se percibe gracias a las técnicas narrativas del séptimo arte. No solo gracias a lo que se cuenta sino a como se cuenta ya que eso permite comprender mejor la psicología de algunos personajes que han aparecido durante la trama.
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