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Dexter, perdido y desesperado

Por menor
Actualizado 06-05-2008 14:27 CET

Anoche, mientras en TVE estrenaban la serie Fuera de lugar, protagonizada por el excelente actor José Luís García Pérez y guionizada por encarnizados enemigos de su carrera, Fox (cadena de pago presente en las diferentes plataformas digitales) emitía el último episodio de la segunda temporada de Dexter. No lo vi, así que no esperes que te lo destripe (lo tengo grabado y lo veré esta misma tarde), pero paladeo la evolución de esta temporada y recuerdo con regocijo los espectaculares guiones de la primera, al tiempo que me pregunto a qué esperan los directivos de Cuatro (compraron los derechos hace tiempo) para empezar a emitirla (habida cuenta de los buenos resultados que les ha dado House).

Y es que no entiendo a qué juegan los que se supone que saben de televisión. Espectaculares series de televisión esperan su momento para saltar a la emisión en abierto mientras en la tele de pago y, sobre todo, en Internet, causan furor (al tiempo que las cadenas generalistas programan morralla como la mentada Fuera de lugar o La que se avecina por poner dos ejemplos). Hablo de Dexter, pero también de Perdidos, Mujeres desesperadas, Heroes, Me llamo Earl, Los Soprano, 24... Todas ellas maravillosas y artífices de eso que en EEUU han calificado como fuga de talento (de Hollywood a la televisión). Los guionistas no quieren limitar su talento a 90 minutos y a los productores les da por perseguir remakes de series antiguas, comics, películas europeas, novelas de éxito... cualquier cosa, en definitiva que ofrezca ciertas garantías de éxito sin correr demasiados riesgos.

¿Y en España? Pues lo cierto es que el telespectador medio está harto del maltrato de los programadores. Perdidos (la gran serie de televisión por antonomasia, algún día será justamente reconocida) empezó en España a emitirse, sin la publicidad que merecía semejante estreno, en abierto un domingo (en TVE1) tras el primer triunfo de Rafa Nadal en la central de Roland Garros. Ante la escasa respuesta del público, a la semana siguiente, en idéntico horario y en la misma cadena, repitieron el mismo capítulo. A partir de ahí empezó a bailar del martes al miércoles, de TVE1 a La 2, de las nueve a las once. Lo mismo con Mujeres desesperadas (otra serie que ha renovado el género) y con otras tantas (especialmente llamativo lo de TVE porque se supone que son televisión pública y deberían predicar con el ejemplo lo que es hacer buena televisión). Así, claro, no hay quién se aclare y mucho menos siga las series.

A algunos nos queda la tele de pago. Sin muchos cortes publicitarios, con un día de emisión fijo y un horario escrupuloso (como sería de recibo en la tele en abierto), se puede despertar en ti el interés por conocer las aventuras de Sawyer, Sahid, Kate y compañía... tanto que incluso puedes llegarte a enganchar. Descriptiva palabra: engancharse. Cuando te conviertes en adicto estás perdido... y nunca mejor dicho. Buscas tu dosis donde puedes y poco importa si es demasiado pura (léase en versión original) o incluso si está un poco adulterada (con unos subtítulos deficientes u obligado a verla en el monitor del ordenador). Seguro que muchos sabéis de lo que hablo.

Y mientras dichas series levantan pasiones entre ese telespectador medio del que hablábamos, ¿qué hacen los programadores? Pues pierden meses en traducir y doblar las series (en Internet una traducción aceptable de cualquier episodio de Perdidos está disponible en 24 horas, así que creo que el proceso se podría acelerar para no tener que esperar tanto). Entre tanto programan series mediocres maltratando a auténticos clásicos de la televisión contemporánea. Y... ¿dónde está Dexter? Perdido y desesperado, buscando su hueco entre "Famas", "Supermodelos" y otros productos televisivos tan enriquecedores como necesarios para una sociedad avanzada como la nuestra. Pobre agente Morgan y pobres telespectadores españoles, condenados a visionar por decimoséptima vez un episodio de los Simpson o a vivir pendientes del video para saber qué es lo que le ha pasado a Jack Bauer en su siguiente hora. ¿Qué es lo que hacemos mal? ¿acaso es el castigo por decir en las encuestas que vemos los documentales de sobremesa de La 2?

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