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Abortar los valores

Actualizado 16-05-2008 14:36 CET

Como cada año, la Universidad de Valencia ha acogida las pruebas de la selectividad, esa especie de acto de entrada en la tribu, que los jóvenes y las jóvenas españoles realizan para solaz de los profesores y angustia de los alumnos. La diferencia con otros años ha sido la clásica prueba del comentario de texto, que no ha versado sobre otro tema que sobre el aborto.

Los profesores pedían a los alumnos un comentario sobre este tema, cómo lo abordaba el autor del texto y comentar palabras como «Caza de brujas», «reaccionaria» e «intimidar». Supongo que todo el mundo recordará la tan traída y llevada polémica de las clínicas de Barcelona del Doctor Morín. Es en ese contexto en el que se inscribe el texto que los alumnos de Valencia tenían que comentar. Un texto cuya posición era claramente proabortista y que criticaba de forma nada disimulada, algunos planteamientos morales, ideológicos y políticos.

Ese era el texto que tenían que comentar los alumnos. E, independientemente de la postura que cada uno tenga sobre el aborto, -que cada cual opine lo que quiera-, el tema grave es que se pedía a los alumnos que se posicionaran sobre él. Es decir, que mostraran una postura ética, moral, ideológica o política sobre un tema de actualidad que está en el debate de la opinión pública de manera subyacente desde hace muchos años.

Un examen debe ser la puesta en escrito de los conocimientos adquiridos. También de la madurez alcanzada en materia de expresión, de reflexión, de síntesis y de aprendizaje. El hecho de argumentar un tema como el aborto no es el problema. Cualquier alumno que vaya a entrar a la Universidad no es que pueda, es que es exigible que pueda argumentar su defensa o no de un tema como el aborto. No es esa la cuestión. El tema es que tenga que hacerlo públicamente. Tener que poner por escrito y firmar un texto en el que expreses tus opiniones morales, es, claramente contrario a la Constitución. Según el Artículo 16. 2. "nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias." Ni en un tribunal, ni mucho menos en un examen para entrar a la Universidad.

Llueve sobre mojado, porque la Educación en los últimos años ha sufrido el intento de manipulación desde todos los partidos, desde la derecha hasta la izquierda. El cúlmen ha sido la imposición de la Asignatura de Educación para la Ciudadanía, y sobre todo, de sus contenidos consistentes en una determinada ética social vigente en España. Los revolcones jurídicos que se ha llevado la asignatura se los ha llevado no porque estemos o no de acuerdo con lo que intentan enseñar, sino porque intentan dar como generalizable una determinada visión de la sociedad, una moral que no tiene por qué coincidir ni con la propia del alumno, ni con la de sus padres, cuando son menores.

Este último caso de Valencia es otro ejemplo del rumbo lamentable que está tomando la educación en nuestro país. Yo puedo estar a favor o en contra del aborto, pero que no me obliguen, por ley a declarar sobre ello.

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