La película más esperada... o no

Cannes recibió ayer con tímidos aplausos una de las películas más esperadas del año, "Indiana Jones y el reino de la calabera de cristal". Tal y como esperaba, la continuación de la saga del aventurero más famoso de todos los tiempos, decepcionó a la inmensa mayoría de los asistentes, críticos cinematográficos sin escrúpulos que llevaban toda la semana afilando sus lápices para destrozar el nuevo trabajo de Spielberg

No fui uno de los afortunados a presenciar el pre-estreno de "Indiana Jones y el reino de la calabera de cristal", ¡ya me hubiese gustado! Me hubiese levantado de mi asiento y hubiese aplaudido sin parar, hasta hacerme sangre en las manos. No importa que lo único que conozca de la película sea un triste trailer de dos minutos. En estos casos, estoy convencido de que la intención es lo que cuenta y la vuelta de Indy merece de por sí, una revenrencia.

Indy, un personaje mítico que ha hecho soñar a toda una generación de espectadores, que les ha hecho saltar de sus asientos, y que incluso ha despertado la pasión por la arqueología en más de uno, no merece ser expuesto a la mirada "sucia" de los críticos cinematográficos.
Ojo, ho hablo de aquellas personas que ejercen con dignidad e inteligencia su trabajo, sino de todos aquellos que llevaban esperando todo el año esperando poder escribir en sus tristes columnas semanales un "tal y como pronosticaba, la película es un bodrio sin pies ni cabeza que no está a la altura de las tres películas anteriores de la saga".

Harrison Ford no se ha encasquetado de nuevo látigo y sombrero para ellos, para deleitarles con una pléyade de referencias cinematográficas cruzadas que nadie entiende. Lo ha hecho por nosotros, el ciudadano de a pie, el que todavía se descubre a sí mismo, silbando la melodía "tan ta ralannnnnnnnnn tan tan tan" en el metro ante la mirada atónita de sus compañeros de viaje.

Tampoco soy un ingenuo y tengo muy claro que cuando vaya a ver la nueva entrega de las aventuras del doctor Jones, es bastante probable que se me quede un regustillo agridulce en la comisura de los labios, un "no está a la altura de En busca del arca perdida" pero poco importa, porque estoy seguro que, los 120 minutos que dura la película los pasaré con los ojos abiertos como platos, comiendo palomitas y sintiéndome de nuevo como un niño de 8 años.