Y la danza se hizo carne y habitó entre nosotros

Se la considera la reina de la danza del último siglo. Alicia Alonso, maestra incansable, vuelve a uno de los países que la han visto triunfar, España, y vuelve a los escenarios de Madrid, que hoy rinden un merecido homenaje a una de las estrellas del baile contemporáneo, que nos ha hecho soñar con los ojos abiertos en más de una ocasión.

Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, más conocida como Alicia Alonso, se movía con la fragilidad y candor de una mariposa. Hoy es una leyenda de la danza, un mito con piernas y alas, que se sigue prodigando como coreógrafa desde su Cuba natal.

Fue la primera bailarina de fuera de la URSS en bailar en el Bolshoi. Durante décadas siguió haciendo giras por todo el mundo, en las que ha representado versiones de Giselle, el Lago de los cisnes o La Bella Durmiente  en teatros de medio mundo. Fundó el Ballet Nacional de Cuba, ejemplo de dignidad en un país donde no siempre existe, y desde allí hizo grande, muy grande, la danza cubana.

Ahora vuelve a España; ha estado representando con su compañía El Lago de los cisnes en Barcelona, y ahora llega a Madrid, donde va a recibir un merecido homenaje a su trayectoria, en el 60 aniversario de la Compañía que fundó. En el homenaje, gentes de la talla de Gabriel García Márquez, Montserrat Caballé o Teresa Berganza.   Y todo el mundo de la danza española e internacional: Tamara Rojo, Cristina Hoyos, Nacho Duato, Víctor Ullate o María Pagés.

Por una vez, los homenajes llegan en vida, y las grandes personalidades se llevan al otro mundo el reconocimiento merecido en tantos años. Y es que Alicia Alonso cuenta en su haber con más de 100 premios, galardones y distinciones internacionales. Y aunque hoy ya no es la joven que sorprendió, emocionó y maravilló al público en medio mundo, sí conserva la espléndida juventud del alma, esa que sólo la danza da a unos privilegiados que nacen con alas y se pasean por el escenario flotando en un aire quizás irrespirable. Alicia Alonso conserva esa belleza, esa ingenuidad, pureza y candidez que sólo los grandes conservan cuando se convierten en ancianos. La anciana de la danza, Alicia Alonso, la eterna bailarina que se hizo carne y habitó entre nosotros. Merecido homenaje.