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Los problemas tecnológicos y legales de compartir archivos

Actualizado 01-06-2008 02:56 CET

No es ningún secreto que una de las principales aplicaciones prácticas de Internet consiste en compartir archivos. En los tiempos modernos los archivos de gran tamaño son moneda corriente, y para transferirlos se necesitan redes de última generación y protocolos ultra-eficientes. Por otro lado, el fantasma de los contenidos ilegales está siempre presente. ¿Tiene sentido pensar en prohibir la tecnología para evitar el contrabando de datos?

Un poco de historia
En el año 1996 surgieron las primeras aplicaciones de intercambio P2P (peer-to-peer). Pero no fue hasta el año 1999, con el surgimiento de la red Napster, que dicha tecnología se masificó entre los usuarios de Internet de todo el mundo. Pero la paz duró poco: las compañías discográficas comenzaron a presentar demandas porque en la red se podían conseguir canciones en formato MP3 cuya distribución estaba prohibida. Fue así como Napster cerró en el año 2001.

Hecha la ley, hecha la trampa. La segunda generación de redes P2P eran descentralizadas y, al no haber un servidor central a cargo de todo, dificultó el rastreo de los contenidos. Pero los problemas siguieron: KaZaA, la red descentralizada más popular, tuvo que cerrar ante el aluvión de demandas. Otras redes como eDonkey y Gnutella lograron sobrevivir, pero lentamente fueron desplazadas por tecnologías más modernas como BitTorrent.

Torrentes de (giga)bitsMediante el intercambio P2P tradicional, descargar la imagen del CD de una distribución Linux podía llevar muchas horas. Pero gracias a BitTorrent, el protocolo P2P creado por Bram Cohen, los tiempos de descarga se han reducido considerablemente.

El éxito de BitTorrent puede medirse con una sola frase: aproximadamente un tercio de todo el tráfico de internet son torrents y el porcentaje sigue creciendo a un ritmo fenomenal. Esto tiene sus aspectos negativos, tanto tecnológicos como legales.

Por un lado, los servidores de los ISPs (Internet Service Providers) están comenzando a sentir el "peso" de tanto tráfico. Esto se debe a que un router que utiliza NAT (Network Address Translation) debe mantener tablas con direcciones IP de origen y destino. Un router hogareño tiene capacidad para 2000 entradas de este tipo, mientras que una conexión BitTorrent realiza entre 300 y 500 conexiones por segundo, llenando las tablas rápidamente y generando congestión. Es por ello que algunos ISPs importantes, como por ejemplo Comcast, han implementado estrategias para limitar o incluso bloquear el tráfico generado por este protocolo.

Una de las medidas que los usuarios pueden tomar para tratar de mitigar el impacto de estas medidas es encriptar sus descargas. Sin embargo, esta medida solo previene las escuchas pasivas y no siempre funciona. En general tampoco sirve con los trackers privados, de los cuales hablaremos más en los próximos párrafos.

Protocolo a prueba de leyes
En el protocolo BitTorrent, los nodos encargados de la distribución de archivos reciben el nombre de trackers. Sin embargo, la especificación de BitTorrent no dice nada acerca del indexado de archivos. Por lo tanto, no es posible acusar a Bram Cohen de estar infringiendo copyrights con BitTorrent.

La localización de archivos se realiza mediante trackers públicos, que consisten en un sitio web en donde los usuarios pueden buscar y descargar archivos .torrent. También hay trackers privados que requieren que los usuarios se registren. Esta medida tiene el objetivo de reducir la cantidad de leechers (sanguijuelas), que son usuarios que descargan archivos sin aportar seeds (semillas) para permitir que los demás pueden realizar las descargas más rápidamente.

Uno de los trackers públicos más importantes es The Pirate Bay y el mismo ha sido acusado recientemente por el gobierno sueco por infringir copyrights. Hay cuatro de los responsables del sitio que están detenidos y los mismos podrían afrontar una sentencia de dos años de cárcel y una multa de 170.000 euros.

Entre los trackers privados, uno de los más famosos era Demonoid, que cerró en Noviembre del año pasado por problemas similares.

Hecha la ley, hecha la trampa (parte 2)
Esta claro que los trackers son el eslabón vulnerable de BitTorrent desde el punto de vista legal. Pero eso podría pasar al olvido pronto, pues desde el año 2005 los clientes BitTorrent más populares permiten descargar archivos sin necesidad de un tracker. Además, se están estudiando otras alternativas para proteger la privacidad de los trackers. Algunas de ellas son el tracking virtual y el Anatomic P2P.

Otro inconveniente de BitTorrent es que no asegura la privacidad de los usuarios. Accediendo a un tracker, es posible obtener las direcciones IP de los usuarios. En la mayor parte de Europa (con excepción de Francia y el Reino Unido), esa es una pulseada que se está inclinando a favor de los usuarios, pues los ISPs no están obligados a revelar los datos de los mismos en caso de demandas.

El siguiente paso: one-click webhosting
Aún con sus problemas a cuestas, BitTorrent sigue siendo el rey de Internet en lo que a tráfico se refiere. Pero ya ha surgido otra alternativa: el hosting en la web o one-click webhosting. El concepto es muy sencillo: el usuario que quiere compartir un archivo lo sube a un sitio web y los demás usuarios lo descargan.

Claro que un sitio que brinda este tipo de servicios puede generar un volumen de tráfico bastante importante. Es por ello que suelen brindar dos tipos de servicio. Uno es gratuito, con limitaciones en cuanto al tamaño de los archivos y sin soporte para gestores de descarga. El otro es pago y sin esas limitaciones.

Dos de los sitios pioneros en este rubro fueron MegaUpload y RapidShare. El primero tiene tanto tráfico que ya es prácticamente imposible descargar algo sin ser un usuario registrado. Los problemas de RapidShare pasan por otras cuestiones.

A fines de enero, RapidShare fue demandada por la GEMA, el equivalente alemán de la RIAA. En el juicio, RapidShare fue ultimado a filtrar los contenidos ilegales o enfrentarse al cierre definitivo. Si bien no está claro cuál es el plazo que se le dio al sitio, no parece ser un dato importante pues es imposible filtrar los millones de archivos hosteados.

Si no puedes con ellos, ¿úneteles?
La "solución" al problema de compartir archivos pudo haber sido Qtrax, un sistema de intercambio P2P gratuito que teóricamente estaba impulsado por las mismas compañías discográficas. Básicamente, podría describirse como un cliente Gnutella con DRM. Sin embargo, no parece haber mucha diferencia entre un archivo legal y uno ilegal, excepto por la aceptación de las discográficas.

Pero Qtrax resultó ser un fiasco: poco después de su lanzamiento, la compañía admitió que no disponía de las licencias para distribuir legalmente los archivos. Los directivos de Qtrax dicen estar en tratativas para reactivar el servicio. Si bien contarían con el apoyo de las discográficas, muchos se preguntan si el sitio podrá cubrir los costes de la distribución gratuita de archivos.


Conclusión
La palabra clave es esa: escalabilidad. Es lo que genera los problemas técnicos y también los legales, pues parece que no es posible compartir archivos a gran escala sin que los encargados tradicionales de la distribución de contenidos a gran escala se queden si su negocio.

Mientras tanto, los usuarios siguen luchando todos los días para compartir archivos. Tal vez, en algún momento, la única opción sea intercambiar  CDs de mano en mano con los amigos, como hacíamos antaño.

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