Y un año después del final de la tregua, todo sigue igual

Mañana se cumple un año desde que la Banda terrorista ETA anunciara el final del alto el fuego permanente, que un año antes había decretado para iniciar las negociaciones con el gobierno. Una tregua que, de facto, habían roto tras el atentado de la T4 en el que murieron 2 ciudadanos ecuatorianos, pero que formalmente sólo se rubricó con el comunicado al diario Gara. 365 días después podemos decir que estamos donde estábamos, que nada ha cambiado, y que los muertos siguen estando sobre la mesa de ETA.

Comunicado de ETA anunciando el alto el fuego permanente

Habrá quien piense que no sirvió de nada; que el gobierno se equivocó cuando se sentó a negociar con los terroristas; habrá quien piense que fue una pérdida de tiempo y que con su actitud, el ejecutivo que encabeza Zapatero, dio una muestra de debilidad ante los etarras. Sin embargo tenían que intentarlo. El presidente del gobierno vio la oportunidad de acabar con el terrorismo, con la violencia, con los crímenes viles y los atentados cruentos. Vio la puerta a la esperanza y la dejó abierta. Pudo equivocarse, pero emprendió el camino hacia la paz.

Es indudable que el final de ETA será dialogado o no será. Aunque se use la fuerza policial, judicial y política, aunque se usen todos los recursos del Estado de derecho, -recursos legítimos y deseables-, llegará un momento en que, quien ocupe el Palacio de la Moncloa, se verá obligado a negociar el final de ETA. La entrega definitiva de las armas; las condiciones de los presos etarras; y, aunque nos pese, el futuro del País Vasco. Todos pensamos que ETA es el gran cáncer de Euskadi y de España, porque lo es; todos creemos que el terrorismo es el gran obstáculo para que la sociedad vasca crezca y tenga el desarrollo que tiene que tener. Y todos sabemos que la paz sólo llegará cuando los etarras dejen las armas. Pero también sabemos que lo que significa ETA, -ese mundo abertzale que está en SEGI, en las Herriko Tabernas, en Batasuna, en ANV, en el MLNV, en LAB, en Askatasuna, y en tantas asociaciones, grupos y colectivos vascos, - representa a una parte muy importante de los vascos. Tan importante, que en muchas ocasiones han recibido más de 200.000 votos. Y eso no se puede obviar.

No se puede obviar que hay una reivindicación independentista que, queramos o no, ha calado en muchos estratos de aquella sociedad. Nos guste o no, muchos vascos apoyan a ETA, apoyan la independencia y apoyan el socialismo revolucionario de la banda asesina. Nos guste o no, con ellos habrá que decidir el futuro de la sociedad vasca, porque ellos también forman parte de ella. No son la sociedad vasca, pero sí una parte de ella. Y, aunque nos pese, tenemos que vivir y queremos vivir en paz todos juntos.

Decía Gandhi que no hay caminos para la paz, porque la paz es el camino. Zapatero buscó la paz, buscó acabar con ETA negociando, y creo que le tomaron el pelo. Puede que se equivocara, porque ETA no quería la paz en ese momento, y no estaba dispuesta a entregar las armas. Pero la intención era buena, y el camino, el correcto. Zapatero buscó acabar con ETA, lo intentó y no lo logró. Eso no significa que quien venga detrás de él no deba intentarlo. Llegará el momento, el terrible momento de, sin mirar atrás, tener que negociar con los terroristas para buscar la paz definitiva. Mientras tanto, que el Imperio de la ley nos ampare.