El mundo natural de Joseph Beuys

Encuentros con lo animal y lo espiritual.

Joseph Beuys- Hirsh

La fascinación de Joseph Beuys por las plantas, los animales, y la naturaleza existe desde los inicios de su  carrera. Los animales representan el puente entre las áreas terrenales y espirituales, el los imaginó como figuras que pasan libremente desde un nivel de la existencia a otro.

El mismo artista se identificó personalmente con varios animales, más notablemente la liebre: él siempre llevó el pie de un conejo o un penacho de pelaje como talismán, y en broma se refirió indicando lo puntiagudo de sus orejas como muestra de su cercana relación con el animal.

También tuvo una afinidad con el ciervo, un animal con profundas relaciones hacia las leyendas alemanas y los mitos del norte. El ciervo está presente en la simbología cristiana, céltica y germánica. Para los celtas, es el dios Cernunos, de aspecto humano y cabeza astada, en sus dos manos sostiene serpientes, los animales emblemáticos de la inmortalidad y del conocimiento de la muerte. El ciervo se manifiesta así como animal psicopompo, guía de las almas hacia el más allá, el reino extraño allende la vida física. El ciervo es así también mediador entre lo celeste y lo terrestre. Es el ser capaz de palpitar en el mundo terrestre, empírico y visible, y en lo invisible.

En los primeros dibujos de Beuys aparece el cisne. Animal bello y delicado emparentado con las nieblas de la mitología germánica, con el caballero Lohengrin, el caballero-cisne.

En el múltiple “A Party for Animals”, él simplemente declaró ser un animal incluyéndose con el alce, el lobo, el castor, el caballo, la cigüeña, y muchos otros en la lista de "los miembros activos" de la fiesta.

La mente moderna está profundamente habituada a degradar la dignidad animal, entendiendo su mundo como un reino sin razón, sin voluntad ni libre albedrío, cuya única justificación intrínseca es acompañar o servir al hombre. El valor ético o la inteligencia no pueden hallarse en los animales. Ellos son el instinto ciego, mecánico, el puro “pathos” de la supervivencia.
El destino animal es, así, la negación de la conciencia y espiritualidad humanas.

Pero Beuys tiene otra concepción: el animal es energía espiritual, intensa vitalidad psíquica, es realidad sobrehumana, "por encima de la persona", más cercana a lo sagrado y a lo divino.

Probablemente Beuys sea el artista conceptual que con más insistencia haya intentado insertar su trabajo dentro de un todo orgánico regido por la libertad creativa y la coherencia estética.

En sus ediciones está presente ese discurso globalizador en el cual el artista multiplica sus modos de ser y pensar convirtiéndose en ciudadano político, en místico, en científico racional, en poeta y por supuesto en “animal”.