Sverkos golpea la moral suiza

Tras 4 años de tensa espera y más de 235 millones de euros invertidos, la Euro 2008 arrancó en Basilea. El estadio St. Jacob-Park recogía el testigo del Da Luz lisboeta para prolongar la fiesta del fútbol europeo, que empezaba su particular cuenta atrás en busca de un campeón para sustituir (o no) a la sorprendente Grecia que saliera victoriosa en 2004. Uno de los anfitriones, la Suiza de Kuhn, iniciaba el sueño ante su hinchada y no podía decepcionar ante la siempre competitiva República Checa.

Sverkos (efe)

Los ánimos iniciales de todo arranque, unidos a la ilusión de un equipo con hambre y muchas expectativas, hizo que Suiza llevara la iniciativa en los primeros compases. La titularidad de Streller era la nota más destacada en los planes helvéticos y como acompañante de Frei, reflejaba las intenciones locales de intentar crear peligro a base de potencia y no de creatividad. Esa lectura ganó enteros a medida que Barnetta y el dúo medular Gelson Fernandes-Inler, carecía de la presencia que se esperaba. Sólo algún intento de Behrami con más fuerza que claridad, pudo ampliar el abanico de opciones de cara a la meta de Cech. Los checos, con la no presencia de Baros en el arranque (llamativa) y la aparición de Sionko como extremo diestro, no se dejaron sorprender pero mostraron muchas precauciones y un déficit enorme de aptitudes.

Con nula capacidad de improvisación e intentando contrarrestarse más que innovar en busca de alternativas, el primer tiempo se marchó con dos ocasiones de Frei como principal opción de gol. Cech, tapando por bajo y con un bloqueo algo dubitativo, pudo detener esos mínimos impulsos para una selección suiza que se marchó al descanso entre lágrimas, las de un Frei con hielos en su rodilla izquierda (una lesión más en un año negro). Su cambio por el incombustible Yakin suponía, sin duda, la peor noticia posible para un combinado cuyos goles llevan el sello del punta del Dortmund con demasiada asiduidad.

Una falta lanzada precisamente por el atacante del Young Boys y que se marchó por poco, así como varios balones al área con indecisiones de la defensa checa donde Yakin estuvo muy cerca de concretar, abrieron la cita a favor de los suizos, que empujaban con mayor intensidad. Bruckner no alteraba su guión a expensas de que Koller ‘cazara’ algún balón en las cercanías del área. Esa falta de talento para intentar otro planteamiento, seguía siendo el punto negro en ambos bandos pero Sverkos iba a ocupar el lugar del ‘gigante’ checo.

El joven delantero, que apenas llevaba unos instantes sobre el terreno de juego, aprovechó un fuera de juego mal ‘tirado’ por la zaga local, para remachar con un remate en solitario que, pese a no ser nada acertado e su ejecución, fue letal en su definición. Aquello supuso un golpe importante en los ánimos de los de Kuhn, que habían propuesto más hasta ese momento y que contaron con una volea de Volanthen al larguero como principal respuesta a sus desesperados intentos de reacción. No hubo premio a esa entrega y Suiza se complica desde ya su futuro.

Victoria clave para la República Checa, que encara con más solidez que brillantez su futuro en la competición mientras Suiza perdió en sólo dos horas todas las buenas expectativas generadas. El co-anfitrión queda muy tocado pues la derrota, por la injusticia que lo ampara, creará dudas a un equipo sobradamente presionado por su rol.

José David López (editor de Diarios de Fútbol)