La hora Fàbregas

Antes Cesc, ahora Fàbregas. El centrocampista del Arsenal debe empezar a asimilar que el futuro de nuestra selección nacional debe pasar, indefectiblemente, por sus botas.

No cabe discusión. Cesc Fàbregas tiene un sitio reservado en la selección nacional. Con el debate sobre la convocatoria o no de Raúl ya muy lejano, parece que la necesidad de alimentar polémicas en torno al combinado nacional ha encontrado un nuevo manantial del que abastecerse.

Cesc Fàbregas, ídolo e icono de masas en Londres y sueño húmedo de Barça y Real Madrid, no acaba de instalarse en la selección. Su calidad y su nivel de juego le hacen ser un fijo en las convocatorias de Luis Aragonés, pero su juego le resta opciones para ser titular en un puesto en el que nadie debería osar discutirle los galones.

Se antoja complicado entender qué tipo de mutación sufre un futbolista para pasar de ser básico en el esquema de un grande de Inglaterra como el Arsenal, con cuya camiseta colecciona premios y distinciones a nivel individual, a diluirse en la más absoluta intrascendencia dentro del esquema planteado por el equipo nacional, ¿Tan diferente es el fútbol?

A sus 21 años recién cumplidos, el centrocampista de Arenys de Mar debe deshacerse de cualquier tipo de complejo. El primer paso ya lo ha dado en esta convocatoria. Cesc ya no es Cesc, ahora es Fàbregas, como en Inglaterra. Un simple cambio en la serigrafía de su camiseta que puede tener tras de sí un mayor significado que el que aparenta: romper con un oscuro pasado vistiendo la 'Roja'.

Se dice que Fàbregas no rinde en la selección porque no se termina de adaptar al juego planteado por ésta y al esquema dispuesto por Aragonés. Dando la vuelta a la tortilla... ¿no sería Aragonés el que debería adaptarse al estilo de juego de sus principales futbolistas? Porque prescindir de tu centrocampista número uno por no querer readaptar un determinado estilo de juegoa sus características, se me antoja una boutade incomprensible. Es ahí donde subyace la responsabilidad de un entrenador que no sabe sacar partido a los efectivos (¡y qué efectivos!) con los que cuenta.

Borja Barba (Editor de Diarios de Fútbol)