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El gigante zingaro

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deportes
Por jato
Actualizado 12-06-2008 20:51 CET

La estrella de nuestro rival del sábado tiene sangre gitana. Zlatan Ibrahimovic (03/10/81, Malmö, Suecia) es uno de los delanteros más cotizados de Europa. Admirado y odiado a partes iguales en Italia, su golazo contra Grecia abrió la lata del vigente campeón, y dio paso a la victoria del mayor enemigo de España en el grupo D.

Es calé, no Pelé

Mientras que el gobierno de Italia echa a patadas a los inmigrantes de étnia gitana que han levantado sus vidas en torno a los arrabales de las metrópoli transalpinas, la mayor estrella que juega actualmente en el Calcio (con permiso de Kaka, claro) no esconde que sus ancestros pertenecen a la raza romaní.

Zlatan Ibrahimovic nació un año después de que el “emperador” yugoslavo Tito dejara de regir los designios balcánicos con mano de hierro. De padre bosnio, y de madre croata, Suecia iba a ser la patria que le abrazase, y que le ha elevado a la categoría de ídolo.
Este gigante de 1,92 metros de altura dio sus primeros pelotazos en el Malmö, el equipo de su ciudad natal. Nos vamos a ahorrar todos los dimes y diretes acerca de porque Wenger, que viajó hasta dos veces a Suecia para ficharle, no terminó haciéndose con sus servicios para el Arsenal.

Quien sí lo hizo fue el Ajax de Amsterdam. En la capital de los tulipanes Zlatan empezó a demostrar quien iba a ser. Para lo bueno y para lo malo. Para el recuerdo sus dos Ligas holandesas y una copa del mismo país. Para el olvido, el codazo que le propinó a un defensa del FC Groningen, y que le apartó 5 partidos de los terrenos de juego en su primer mes en el equipo holandés. Allí marcó el que es considerado uno de los mejores goles de los últimos lustros:

 

En la temporada 2004/05 la Juve paga 19 millones de euros por su traspaso. Fabio Capello exprime al sueco, que responde dando muestras de una calidad a la que muy pocos delanteros de su altura han llegado. Ganó un Scudetto, e hizo 16 goles. Como anécdota, cambió Zlatan por Ibrahimovic en su camiseta a principios de esa temporada como símbolo de gratitud a su padre.

Más asentado, fue uno de los jugadores afectados por el escándalo de corrupción que se desato hace ya dos años en Italia. El descenso de la Vecchia Signora le hizo cambiar de aires. Su nuevo destino iba a ser el equipo que, precisamente, había engrosado su palmarés con el descenso juventino: el Inter de Milán. Desde Turín, lo más bonito que se escuchó hacia el sueco fue “traidor”. De hecho, en 2007 la Juve fue sancionada por un cartel racista hacía Ibrahimovic por su condición étnica que decía: "Ibrahimovic, maldito gitano”.

Y llega Milán, donde está ofreciendo lo mejor de su madurez. 32 goles en 53 partidos, 2 Scudettos y una Supercopa de Italia. Números, que unido a la calidad de sus apariciones, hace que se le considere uno de los mejores delanteros del mundo actualmente. Y es que Zlatan aúna muchas de las virtudes que pueden hacer grande a un futbolista: es alto, potente, creativo, agresivo, con muchísima calidad y con un acierto cara al marco digno de un rematador. En su contra la falta de una pizca de velocidad, su carácter voluble y su irregularidad.

Con su selección jugó en Alemania 2006. Cayó ante la anfitriona en octavos, pero dejó muestras de calidad, en una temible delantera junto a Larsson. También disputó la Eurocopa de 2004 en Portugal, donde se asentó como titular, y dejó en la retina de los espectadores un gol inverosímil de tacón ante Italia.

 

En la selección también tiene momentos oscuros. En la fase de clasificación para esta Eurocopa decidió que no volvería a la selección, después de que el seleccionador, Lars Lagerbäck, le expulsará por no respetar los horarios de llegada. El órdago de Zlatan duró 6 meses, los que tardó en darse cuenta que necesita a la selección como escaparate, y lo que la federación sueca tardó en presionar a su técnico para que perdonara a su estrella.

Y es que eso es Zlatan Ibrahimovic: una estrella futbolística, embebida de su propio divismo, egocéntrico, peleado constantemente con la prensa y las aficiones de sus clubes. Pero también uno de esos gitanos que tiene duende, un zíngaro orgulloso de sus orígenes que no se deja pisotear por nadie. Un delantero genial, al que Puyol y Marchena tendrán que echarle algo más que Furia para frenarle.

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