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Alemania y Ballack imponen su ley ante Austria

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deportes
Por borjab
Actualizado 16-06-2008 23:00 CET

Austria no ha podido detener el imparable avance alemán. Sin brillantez, con un fútbol lento y pastoso y, por momentos, desesperadamente lento, Alemania ha confirmado el esperado Anschluss futbolístico, y gracias a un espectacular disparo al saque de una falta de Michael Ballack, está en cuartos de final. Las sensaciones ofrecidas por los germanos, eso sí, son oscuras, poco halagüeñas de cara a su futuro inmediato en el torneo.

Solo un destello del capitán salvó a Alemania

El futuro de Alemania, tres veces campeona de Europa, en esta Eurocopa pasaba irremediablemente por el Ernst-Happel de Viena, en donde una primaria pero ilusionada Austria, ejercía de anfitriona con las miras puestas en cortar las alas a sus potentes vecinos y hacer historia en este 'su' torneo.

El peso y la entidad de la selección alemana se hicieron notar de salida. Con mayor presencia en el centro del campo, Ballack y Frings conseguían imponer su ley ante un durísimo Aufhauser e Ivanschitz. La mayor posesión de balón alemana, no obstante, tampoco implicaba una fuente constante de peligro sobre la meta de Jürgen Macho. Sin apenas velocidad en la circulación del balón y evidenciando los idénticos problemas creativos que en los dos choques anteriores, el centro del campo alemán apenas conseguía abrir espacios en la línea de cinco que Austria instalaba frente a su área. Sólo una imperdonable ocasión fallida por parte de Mario Gómez (el balón le botó inoportunamente justo antes del golpeo a apenas un metro de la línea de gol), llevaba los nervios a la parte austriaca del graderío vienés.

Pasado el cuarto de hora inicial en el que Alemania acogotó en su campo a una timorata Austria, los locales perdieron la vergüenza y aprovecharon las carencias teutonas para comer terreno progresivamente a su rival. Así, con poco estilo, atropelladamente, pero con una buena dosis de pasión y empuje, llegaron sendas ocasiones para el cuadro austriaco en las botas de Erwin Hoffer y Martin Harnik, sus dos futbolistas más activos en ataque.

La osadía de Austria no consiguió variar el lento rimo de partido impuesto de inicio, más por sus carencias que por iniciativa propia, por los de Joachim Löw. Y sin velocidad, sin fluidez, y sin unas bandas con una cierta profundidad, la única opción de ataque alemana eran los socorridos balones en largo hacia Klose y Mario Gómez. Ni siquiera las habituales arrancadas en potencia de Ballack o Frings, al que Alemania necesita pero sigue muy encorsetado en misiones defensivas en todo el torneo, conseguían romper la gris monotonía del ataque germano.

Sin fútbol, sin creatividad, la esperanza alemana se iba diluyendo disimuladamente conforme pasaban los minutos. Por contra, Austria, decidida a darlo todo ante su gente y morir matando, metía el miedo en el cuerpo con cada aproximación al área de un Jens Lehmann que siempre deja ese inquietante sabor de que puede pifiarla en cualquier instante.

La falta de calidad condenaba a los delanteros austriacos en cada uno de sus tímidos intentos. Hoffer desaprovechó una ocasión inmejorable ante Lehmann recién iniciado el segundo tiempo.

Esa misma calidad que lastraba cada iniciativa austriaca, consiguió insuflar oxígeno a una Alemania que sabía que llegaría su momento. Y llegó. Michael Ballack rompía el empate, y con él el partido, estrenándose en esta Eurocopa con un imparable misil en el saque de una falta desde 25 metros, que se colaba irremediablemente por la escuadra austriaca. Era el 0-1, el mazazo alemán que intuíamos que tarde o temprano llegaría.

El gol no varió en exceso el planteamiento alemán. Ante la imposibilidad manifiesta de Klose y Gómez, dos delanteros de condiciones muy similares, de asociarse con un mínimo de claridad, Löw retiró al punta de origen granadino para dar entrada a Thomas Hitzlsperger por la banda izquierda y colocar a Podolski como segundo punta tras Klose.

La inocencia de la vanguardia austriaca fue muy bien recibida por el conjunto germano. Sin grandes apuros, Metzelder y Mertesacker, sin estridencias pero con efectividad, salían airosos de cada propuesta ofensiva del rival, más voluntarioso y entregado que verdaderamente peligroso.

Por parte de Alemania, liberada de presión tras el gol de Ballack, sólo Lukas Podolski, único futbolista 'diferente' en el entramado de Löw, ponía algo de pimienta en un ataque insípido y contagiado de la lentitud de un Miroslav Klose que evidencia que su carrera mira ya irremisiblemente hacia abajo. La situación no era incómoda para los de Löw. Conscientes de su potencial (oculto la mayor parte del tiempo, pero sabemos que existe), confian en que el peso de su Historia, de su camiseta y del 'Deutschland über Alles' se ponga de su parte cuando las cosas tuercen. Y el caso es que ocurre. Vivir de las rentas del trabajo y los éxitos de los Beckenbauer, Rummenigge, Allofs o Matthäus quizá no esté demasiado bien visto por el aficionado medio, pero es indudable que tiene su mérito.

En el haber de Austria cabe destacar su fe, inquebrantable hasta el final. A base de empuje y con ese fútbol pasional que caracteriza a los equipos poco dotados cuando se enfrentan a un rival poderoso, los austriacos consiguieron encasquetar a Alemania en su área, obligando a la línea defensiva teutona a colgarse del larguero en los minutos finales del choque.

Alemania está en cuartos, cumpliendo el pronóstico pero no las expectativas. Sin duda que su fútbol genera muchas dudas de cara al futuro (al menos el exhibido hasta el momento), pero Alemania es Alemania. Y siempre está ahí.

Borja Barba (Editor de Diarios de Fútbol)

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