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La historia de una superviviente de la violencia en Nandigram (Bengala)

Archivado en:
politica, internacional
Actualizado 25-06-2008 12:09 CET

Radharani Ari es una pequeña y modesta agricultora que vive en un pueblo llamado Sonachura en Nandigram, un conjunto de 30 aldeas en Bengala Occidental.Radharani Ari es una pequeña y modesta agricultora que vive en un pueblo llamado Sonachura en Nandigram, un conjunto de 30 aldeas en Bengala Occidental.

Radharani Ari. Foto Sweeble

En 2006, el gobierno marxista de Bengala Occidental, que gobernó el estado durante 30 años, decidió adquirir 20.000 hectáreas de tierra en Nandigram para construir un conjunto petroquímico. Entre esas tierras se encontraban las que servían de sustento a Radharani y su familia.
El complejo iba a ser construido por el grupo Salim en la denominada Zona Económica Especial (ZEE) y se le prometió a la gente puestos de trabajo y un mejor estilo de vida. Sin embargo, los argumentos y las promesas de los promotores no convencieron a los agricultores afectados, que se negaron a desprenderse de sus tierras de toda la vida.
Las conversaciones que se iniciaron para intentar solucionar el conflicto fracasaron y el partido gobernante en la región comenzó a aplicar una estrategia de presión progresiva sobre los habitantes que se resistían a la llegada del progreso.
El 14 de marzo de 2007 los políticos en el poder desataron una oleada de terror en las aldeas. Radharani fue violada por primera vez aquel día y vio cómo disparaban contra sus amigos y atacaban incluso a los niños.
Nandigram había apoyado tradicionalmente al Partido Comunista de la India. Los hombres de las aldeas habían hecho campaña para el partido y trabajado duro durante las diferentes elecciones. Sin embargo en esta ocasión los intereses del partido gobernante eran antagónicos con los suyos propios y no estaban dispuestos a consentir que les arrebatasen sus tierras.
La gente se rebeló y construyó barricadas que cortaron las principales carreteras que conducen a las aldeas, para impedir que los matones del partido entraran en los pueblos y aterrorizaran a sus habitantes. Fue entonces cuando el gobierno decidió atacar las aldeas, bajo la excusa de restaurar la ley y el orden.
Radharani se encontraba aquel día en primera fila de los manifestantes. Habían decidido colocar a las mujeres y niños al frente de la manifestación pensando que no se atreverían a disparar sobre ellos. Se equivocaron.
A ella la arrancaron de la manifestación y la llevaron a una zanja donde la golpearon y violaron seis matones a sueldo del partido. No fue la única, otras muchas mujeres de las aldeas sufrieron la misma suerte. El gobierno hizo la vista gorda y echó tierra sobre el asunto.
La mayoría de las mujeres que fueron víctimas de semejantes atropellos quedaron amordazadas por el miedo y no salían a la calle ni se atrevían a contar lo que les había sucedido. No fue el caso de Radharani, que decidió no guardar silencio ante lo ocurrido y luchar.
Contó su caso a todo el que quiso escucharla, desde los ministros hasta el gobernador de Bengala. Fundó una organización de mujeres de Nandigram llamándolas a permanecer unidas para luchar contra las injusticias cometidas contra ellas.
Sus enemigos se percataron del peligro que esto suponía y no permanecieron de brazos cruzados durante mucho tiempo.
El 18 de abril de 2008, cuando estaba cenando con su esposo, los matones del partido atacaron su casa. Rompieron la puerta principal, entraron en la casa, golpearon a su esposo y la sacaron del desván donde su marido la había escondido para protegerla. La arrastraron hasta un campo cercano y fue violada por once matones, para que aprendiera la lección de una vez y dejara de entrometerse y tratar de organizar a la gente contra ellos.
Radharani tuvo que ser ingresada en un hospital de Calcuta durante toda una semana. Los medios de comunicación informaron de lo ocurrido, pero no sucedió nada y el informe de su violación fue manipulado para dar negativo.
Ella y su esposo se vieron obligados a vivir como mendigos en un campamento de socorro durante un año, como dos refugiados. Intentaron regresar a la aldea en varias ocasiones, pero tuvieron que huir de nuevo ante las constantes amenazas recibidas. Sus dos hijos continúan viviendo en la aldea y Radharani teme por ellos.
Sin embargo, en las elecciones locales celebradas en mayo de 2008, todos los habitantes de las aldeas votaron en contra del partido al que habían apoyado durante tres décadas y fue derrotado en la que había sido tradicionalmente su fortaleza electoral.
Los humildes agricultores de la región habían sido capaces de salvar sus tierras de los desarrolladores por fin.
Radharani todavía sufre pesadillas por lo sucedido y no duerme bien desde hace más de un año, pero se siente feliz y orgullosa de que han sido capaces de hacer entender al gobierno que sus intereses están por encima de los de las castas gobernantes. Y todo ello utilizando métodos constitucionales, mediante la expresión de la voluntad popular.

Nota final:

Durante las protestas organizadas por los aldeanos para oponerse a la toma de las tierras se produjeron largas e interminables batallas en Nandigram entre el pueblo y el partido gobernante. Muchas personas fueron asesinadas y miles quedaron sin hogar.
Hubo bombardeos regulares y ataques incendiarios a las aldeas. Las mujeres fueron violadas y asesinadas hasta que en la batalla del 14 de marzo de 2007 el partido gobernante se hizo con el control de la zona y expulsó a cientos de manifestantes y partidarios.
El gobierno central y las organizaciones de derechos humanos centraron su atención en el conflicto a raíz de los disturbios.
Para evitar la espiral de violencia, el gobierno central envió a las fuerzas nacionales para restablecer la paz en la zona. Ante la gravedad de la situación, el gobierno central declaró que el centro petroquímico sería construido en otro lugar.
Se instauró una tregua que tuvo su punto final en las elecciones de mayo de 2008, cuando el partido gobernante perdió por abrumadora mayoría, a pesar de que la violencia volvió a recrudecerse cuando los lugareños fueron golpeados y expulsados de sus hogares para que no votaran en contra del Partido Comunista.

Vía | Sweeble

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