Este hombre es una ruina

A ver quién tiene las narices de fichar a Ronaldo. Será por mala suerte o lo que llaman gafe, pero este hombre arruina todo lo que toca. Y en junio se le acaba el contrato con el Milán. ¿Serán tan valientes los del Flamengo como para quedarse con él?

(EFE)

Ronaldo, en una de sus fiestas.

Ronaldo fue un fenómeno, un futbolista alucinante. Y, sin embargo, a partir de un cierto momento se convirtió en una calamidad ambulante. No diré nada del Inter, que pagó al Barça un pastón por él para encontrarse con: a) Una Liga perdida en el último minuto porque el árbitro no pitó el penalti que le hicieron precisamente a Ronaldo (los árbitros, como se sabe, los controlaba la Juventus), y b) dos años con Ronaldo en blanco por lesión, cobrando a tocateja.

Antes de la lesión tuvo tiempo para jugar el Mundial-98, el que tenía que ganar Brasil pero ganó Francia porque Ronaldo, también es casualidad, sufrió una intoxicación el día antes de la final.

En cuanto se curó, Ronaldo dejó el Inter y se fue al Madrid. Ya no era el que era, pero le dio tiempo a protagonizar el momento cumbre del galacticismo blanco: la falsa boda con Daniella Ciccarelli en un castillo francés, con toda la plantilla invitada. Por entonces ya estaba gordo, pero ayudó a que el Madrid ganara algunos títulos y volvió a ser campeón mundial. El Real Madrid entró en una rápida decadencia. En cuanto le dieron boleto a Ronaldo, el Madrid volvió a ganar la Liga (y ya lleva dos seguidas).

Ronaldo se fue al Milán, donde ha vivido dos años lesionado. Bueno, ha vivido más en Río de Janeiro que en Milán, por la cosa de la fisioterapia. El Milán ganó, sin él, una Liga de Campeones; ahora pasa sus horas más bajas en muchos años.

Lo más extraordinario del gafe de Ronaldo se ha visto estos días. Estaba el hombre en Río, fisioterapeándose la rodilla, y pidió por teléfono tres señoritas, que resultaron ser travestís, para redondear el tratamiento. La aventura la conoce todo el mundo: que si presunta cocaína, que si presunta extorsión, etcétera. Lo normal. Lo extraordinario es lo que ha conseguido Ronaldo: la clientela, temerosa de sufrir extorsiones o chantajes, ha dejado de frecuentar a los travestís. El negocio se ha puesto tan mal que las tres implicadas/os han tenido que poner tierra de por medio, amenazadas/os por colegas del oficio. ¿Se dan cuenta? Si había una actividad económica inmune a las crisis, los ciclos largos y el euríbor, era la prostitución transexual en Río. Y Ronaldo casi se la ha cargado.

Lo dicho: este hombre es una ruina.