No pasa lo mismo en la ciudad camboyana de Siem Reap. No en lo que a colores se refiere, no hay más que ver los de los aceites que se venden en su mercado principal. Cambia en el turismo. La demanda ha hecho que el lugar se haya adaptado a las exigencias de los turistas internacionales. Este contacto permanente con extranjeros hace que muchos de sus habitantes puedan hablar otros idiomas, especialmente el inglés y el tailandés.