Cada día se producen imágenes que impactan por su dramatismo o por su crudeza, por su sorpresa o por su potente realismo. Esta imagen tiene todos esos requisitos. Crudeza, realismo, dramatismo que se huele, perceptible a través de la pantalla de un ordenador. La imagen del día nos la ha dado Cachemira, esa región entre Pakistán y la India, donde la palabra paz no aparece en los diccionarios.
Manifestantes paquistaníes gritan consignas a favor de su país en Cachemira. Foto: EFE
La imagen muestra a manifestantes gritando consignas a favor de la libertad y de Paquistán, delante del lugar sagrado de Jenab Sahib, parcialmente dañado por un fuego el pasado sabado, en la capital de Cachemira. Cientos de manifestantes se han reunido para protestar por lo que consideran una provocación del gobierno de la India, que supuestamente habría quemado un lugar sagrado para el Islam.
No es la primera vez que vemos imágenes de este tipo. Hace muy pocos días, durante las protestas de radicales hindúes se sucedieron en muchos puntos de Cachemira, y se extendieron a algunas ciudades de los estados indios del Punjab y Madhya Pradesh.
UN CONFLICTO ETERNO
La vieja disputa entre India y Paquistán por esta región, viene de la época del colonialismo. En la última semana, se han producido varias protestas violentas en el valle de Cachemira protagonizadas por la mayoría musulmana de la zona, que se oponía a la transferencia de 40 hectáreas de terreno forestal al organismo encargado de la peregrinación anual al santuario hindú de Amarnath.
Es el penúltimo episodio de violencia en la zona. Pocos días antes, las manifestaciones se hacían al más puro estilo de la Intifada palestina, a pura pedrada. En Srinigar, cientos de pobladores cachemires atacaron un puesto de la policía a para protestar contra la muerte de un residente local a manos de agentes policiales durante enfrentamientos a causa de la transferencia de unos terrenos de bosque para la construcción de un altar hindú en una región mayoritariamente musulmana. Y lo hicieron así, a pedradas.
Parece que en ocasiones somos indiferentes con según qué imágenes. Pero hace falta pararse un momento para ver lo que ocurre más allá de nuestras narices. En Cachemira, el odio, la irracionalidad y las disputas ancestrales ofrecen imágenes asombrosas, que deberían provocar que no saliéramos de nuestra sorpresa contínua.
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