Otro de El Barraco en lo más alto

Ángel Arroyo, José María Jiménez, Carlos Sastre... Nacer en la localidad abulense de El Barraco es  sinónimo de ser ciclista, de ser escalador y de darlo todo en la carretera. Los aficionados al ciclismo estábamos bastante "mosqueados" por el hecho de que Contador no pudiera acudir al Tour. Pero ahí ha aparecido uno de Ávila, un corredor que siempre ha acariciado lo más alto, y que nunca había puesto su pica en Francia, para hacernos vivir de nuevo, la épica del mayor deporte del mundo.

Sastre ha ganado en Alpe D'Huez. Un golpe de efecto, que esperemos que le valga para alcanzar la victoria final.

Después de los disgustos por la no asistencia de Contador, -el vigente campeón de Tour y Giro-, y de los positivos de dos españoles, -el Triqui Beltrán se comió no precisamente galletas-, el ciclismo español estaba un poco deprimido y mirando a Pereiro, -otro campeón del Tour,-. Tras su espectacular y aparatosa caída, estábamos un poco huérfanos de líder.

Y ahí apareció Carlitos Sastre, abulense, veterano, treintaytantos años y veintimuchos en los pedales de la bici. Cuñado del Chava Jiménez, ese polémico y espectacular escalador que nos dio también muchas tardes de gloria y que murió víctima de sí mismo. Ha animado la carrera, ha saltado cuando nadie se lo esperaba y ha ganado en plan campeón en la etapa reina del Tour.

Otro abulense, otro de El Barraco, para hacer más grande la leyenda de esa localidad. Ángel Arroyo, el mítico ciclista de Reynolds, fue segundo en Francia, y se tuteó con los Hinault de los primeros 80. Fue un grande de las carreteras, y ahí está en la Historia del ciclismo español. Y después el Chava, y ahora Sastre, no han hecho sino agrandar esa leyenda.

Ahora Carlos está líder de la carrera, y tiene a todos sus rivales a más de un minuto. No es un contrarrelojista especialmente brillante, pero puede aguantar el tirón. Le han preguntado si se ve capaz del triunfo, pero él, sabio, dice que quiere disfrutar el momento. No todos los días uno se sube al podium, le dan el león de Credit Lynaisse, y las azafatas le ponen el jersey amarillo, el maillot jaune, de líder de la carrera. Carlos Sastre está viviendo sin duda, los momentos más dulces de su vida.

Porque malos también ha habido, y dice, "los míos siempre han estado a mi lado. Va por ellos". Por su gente va este épico triunfo que devuelve la dignidad que se merece a un deporte que desgraciademente la pierde a golpe, no de pedal, sino de jeringuilla de EPO. El ciclismo en general, y en especial el español, está de enhorabuena, porque hoy ha sido una de esas etapas que hacen volver a ver el deporte del tubular con los ojos de quien veía a Ángel Arroyo subir como si nada. Hoy el ciclismo recupera lo que le quita el EPO, a base de sobredosis de leyenda, a base de sobredosis de pasión, a base de sobredosis de épica.