Remembering Chava

Cuando uno ve el triunfo de Carlos Sastre, no se puede evitar echar la vista atrás. Los años más difíciles de Sastre coincidían con los del esplendor de un genio de la bicicleta: José María Jiménez, el Chava. Ese "Curro Romero" del tubular, que perdió la vida borracho de éxito, y víctima de sí mismo. Cuando Chava estaba en lo más alto, Sastre era el oscuro corredor, el gregario eterno a la sombra de su cuñado.

Sastre y Chava, dos formas de entender el ciclismo salidas de esa fábrica del ciclismo llamada "El Barraco".

Carlos Sastre ha tocado el cielo de París con las manos. Bien vale una misa, una contrarreloj o una etapa en L'Alpe D'Huez. Sastre se ha quitado la espina de tantos años en el pelotón, en el grueso, sin destacar especialmente, sin hacer la carrera de su vida.

Ha tenido que ser a los 33 años, casi en el ocaso de una carrera sin éxitos aparentes. Pero éxitos al fin y al cabo, porque en el esfuerzo, la limpieza y el espíritu deportivo, Sastre siempre ha sido un campeón. Igual que lo fue Chava.

CHAVA, EL GENIO DE LA BICI
Han pasado varios años, pero su recuerdo sigue vivo. En sus escapadas, en sus demarrajes, en sus triunfos, -inolvidables las etapas del Angliru-, y también en sus derrotas, en sus caídas, en su fragilidad de ídolo con pies de barro. Chava era demagógico corriendo, quizás también en la vida. Se la bebía a grandes tragos, probablemente demasiado largos. Pero era el mejor, y se merecía el homenaje que su cuñado le ha hecho.

El triunfo de Sastre a Chava cierra el círculo de una saga nacida en El Barraco, que tiene tintes épicos y trágicos. De triunfos, de fracasos, de vida y de muerte, de esperanzas, -con Sastre ha nacido un campeón-, y de futuro. Porque después de Sastre, -y después del Chava-, hay una cantera enorme, de chicos que quieren ser como Ángel Arroyo, como José María Jiménez, como el ahora ganador del Tour. Ese ejemplo impagable que en la escuela ciclista del padre de Carlos Sastre tiene asegurada más de una victoria en las grandes rondas ciclistas.

Hoy el ciclismo se ha vuelto a hacer grande. Se pasan páginas horribles, fantasmas y exorcismos de dopajes pasados y presentes. Sastre ha hecho más grande al Chava, más grande al ciclismo, ese deporte olvidado por momentos, que sigue siendo para héroes.