Física o Química

La serie juvenil de Antena 3, que goza de buena audiencia, vuelve con más de lo mismo. Entretenimiento televisivo pero ¿Es sano?

Los actores adolescentes de "Física o Química".

No sé si es solo mi caso, por haber crecido en un pueblo mas bien pequeño o por el hecho de que mis padres sean gente corriente y no traumática todo el tiempo, quizá sea otra cosa, pero es que no creo que resulte fácil entender la serie Física o Química, de Antena 3.

El argumento gira en torno a un grupo de adolescentes, con su vida en el instituto y fuera de él, con sus inquietudes. Hasta aquí todo normal. Tienen una relación bastante directa con los profesores del centro donde estudian, algo que tampoco es raro, a no ser que se trate de un centro masificado. Hasta aquí, podría ser todo normal, incluso mejor, pues no se ha escogido a un grupo de veinteañeros ya maduritos para encarnar a chicos de poco más de dieciséis años, como pudiera pasar ya en series de similar temática como Al salir de clase o Compañeros, donde parecía que al sistema educativo agradarles que los alumnos estuvieran como mínimo hasta los veinticinco matriculados en el instituto. No han caído en ese error los chicos de Física o Química, sino en otro peor.

La serie peca en algo más grande; la exageración y el ejemplo.

Exageración, en el sentido de que parece que los mismos guionistas no han pasado por un instituto fuera de la ficción, o al menos no a uno normal. Y es que las situaciones que se dan en la serie, como un chico drogándose delante de la tutora (legal, que no educativa) de su novia y ver como ésta simplemente le quita la dosis y dice “espero no verte más con esto”, puede dejar a cualquiera trastocado. Exageración porque, sin ir más lejos, en la retransmisión del segundo capítulo de la segunda temporada, el acoso y desprecio sobre un chaval homosexual era exagerado, a no ser que todo un instituto (a excepción de los amigos más cercanos del chico), sea totalmente homófobo. Exageración en general por lo topicazo de los personajes, demasiado extremos la mayoría del tiempo, hasta el punto que llegan a ser irreales y que, cuando parecen cambiar un poco, resulta demasiado extraño el cómo lo han hecho.

En el ejemplo porque la serie está destinada a un público juvenil, pero que llega a uno mucho más infantil de lo que se supone, o al menos se espera, debería llegar. Los chavales se salen con la suya en la mayoría de casos, pese a las sanciones de profesores, padres y demás parafernalia adulta que puebla la serie y si no lo hacen, no pasa nada, ya lo harán, pues los personajes no evolucionan apenas, al menos no psicológicamente. Saltan de personalidad en personalidad si es necesario, por exigencias del guión, pero caen en los mismos errores continuamente y, si algo les duele, pues da igual, pueden soportarlo las veces que haga falta.

 Amén a los actores, los juveniles, que dentro de lo que se les impone a la hora de hacer su trabajo, lo hacen bastante bien, teniendo en cuenta (y me repito) todo lo que tienen que hacer para que la serie salga adelante.