Partidazo a pesar de la derrota de Nadal

De partidazo puede calificarse el encuentro de semifinales del Master de Madrid que enfrentó a Nadal y Simon. El primer set transcurrió sin problemas para el mallorquín y todo hacía augurar un partido rápido, con dos roturas de servicio a favor de Rafa Se auguraba, pues, un encuentro fácil, especialmente teniendo en cuenta el desgaste físico que supuso para el francés vencer al gigantesco Karlovic en los cuartos del viernes.

Gilles Simon

Simon está acostumbrado a remontar partidos. Hoy lo ha vuelto a hacer. En el segundo set se ha soltado y ha mantenido la igualdad. Ha sido, para Nadal, una manga desesperante, ya que dispuso de hasta 8 bolas de rotura y sólo pudo aprovechar una.

Con 5 juegos iguales y servicio para Nadal, abocado a la muerte súbita que se avecinaba, el francés de 23 años consiguió romper por segunda vez el servicio del número 1 y adjudicarse a continuación el suyo.

El partido se alargaba hasta la tercera manga y parecía imposible que Simon fuera capaz de aguantar físicamente. Pero dio una sorpresa. Corrió de esquina a esquina y demostró que él también es capaz de hacer “nadaladas”, esa bola del contrario imposible de alcanzar y que por convicción se convierte en un punto ganador.

Nadal parecía estar jugando contra sí mismo, contra un jugador que no da una bola por perdida y que es capaz de aguantar larguísimos intercambios, sin precipitarse.

El tercer set pareció ponerse de cara al número 1 cuando obtuvo una temprana rotura y se puso en ventaja en el marcador. Pero debió ser un momento de relajación –llevaba cerca de 20 bolas de rotura a favor que era incapaz de convertir- y entregó fácilmente el servicio al francés.

Dos roturas para cada jugador se produjeron hasta llegar a la muerte súbita. Nadal consiguió ponerse pronto con 3-1 a favor, pero Simon no perdió la fe en su juego. Conservó la cabeza fría y se puso con bola de partido que, sin embargo, consiguió neutralizar Nadal. Pero hoy no era el día de Rafa y la segunda bola de partido la entregó cuando mandó una bola más allá de la línea de fondo tan ajustada que tuvo que ser el ojo de halcón quien, finalmente, determinara la victoria del francés, la primera que obtiene ante Nadal, quien le había vencido en dos enfrentamientos previos.

Simon casi pedía perdón desde el centro de la pista por haber frustrado el deseo del público de ver al ídolo jugando la final.

Mañana se verá las caras con Murray, que parece tocado por la gracia y que en el primer encuentro de la jornada se sacó la espina que le clavó Federer en el Open Usa. Murray ha dejado de ser una promesa para convertirse en un tenista enorme, al fin una esperanza sólida para el tenis británico.