La Paz en medio de la guerra

Rehúyo por sistema de las baladas. A menudo me parecen ñoñas y, cuando el triste soy yo, me deprimen todavía más.

Vamos, que no nacieron para levantar el ánimo cuando es necesario. Vale, algo tendrán…

Pero, la verdad, con ésta me sentí protagonista de una de esas películas americanas en que todos los detalles están cuidados al milímetro y todo es maravilloso en el mundo.

La música envolvía un momento confuso. Cansado tras un largo día de trabajo, volvía a casa a última hora de la tarde.

Esta canción sonaba en la radio ("Better in time", de Leona Lewis). Mientras, un hombre algo afectado interrumpía el tráfico en plena avenida, encarándose con un conductor.

Parecía que no hubiese conocido un paso de peatones. El “algo afectado”, claro.

Una manzana más adelante, una ambulancia se abría paso entre el intenso tráfico.

Unas horas antes, el centro de la ciudad desbordaba agua: una gran tubería se volvía a romper, en pleno día de lluvias.

Recordaba también que el domingo me topé con Paz Vega en “Lex”. Dentro del desastroso mundo catódico patrio, tenía mis esperanzas depositadas en esta serie.

A falta de defraudarme, me defraudó al cuadrado. Encumbraron a la Vega como diosa del sexo, del amor, de la belleza y de todo lo imaginable e inimaginable.

La serie gira a su alrededor. Al 200%. Por no hablar de varios patinazos en el guión, de los que se salva Javier Cámara y poco más.

Una lástima. La factura visual es más que impecable frente a la media actual. Mucha cara mona y poca chicha. Ah, hablando de eso: ¿quién confirmó que Paz Vega es actriz?

Volvía a casa (repito). Y yo, mientras, pensaba que, muchas veces, los problemas son tan pequeños o grandes como tú quieras.

Porque, ahí fuera, hay de todo. Y no siempre lo tuyo es lo peor. Aunque cueste darse cuenta.