Con mal cuerpo

MIÉRCOLES 3 DE DICIEMBRE DE 2008

Tenía yo unas intenciones mucho más alegres para el artículo del día de hoy. Pero, claro, otra vez ETA rompe la dinámica diaria, con un atentado a sangre fría contra un empresario que, de nuevo, estaba relacionado con la polémica alta velocidad ferroviaria vasca que ETA rechaza.

Aunque no quiero incurrir en los tópicos que yo mismo reconozco odiar, intentaré pasar de la triste realidad de hoy a mi verdadero objetivo. Digo tópico por aquello de "no van a lograr alterar nuestra vida diaria". Vamos, que toca pasar página y seguir pensando en que todo cambiará.

Con ese mismo mal cuerpo que nos queda tras este suceso, miro hacia el futuro con optimismo.

Queda poco para Navidad. Habitualmente, se trata de una época del año que me gusta, aunque no haga alarde de que me entusiasme. Pero, vaya, tiene su cosa buena el reunirse con la familia en un día especial, los regalitos, la comida, etcétera etcétera.

En fin, que soy un consumista más. Me dejo llevar. Ya sé que se puede (y debe) comer con la familia cualquier día del año (yo lo hago), que la comida (por suerte) también se puede ingerir el resto del año (es más, es recomendable porque ahora es más cara).

Pero, nos guste o no, es una etapa especial. Nos lo han inoculado desde niños. Este año me apetece la Navidad para olvidar problemas pasados, para mirar hacia el futuro con esperanza, aunque esa esperanza no tenga más fundamento que mi propia fe.

Tiempo de descanso, sobre todo. Sin embargo, estoy saturado. Aquí llega lo malo. La frase "cada año se adelanta más la Navidad" es aún más cierta si cabe este año.

¿Es comprensible que la semana pasada -finales de noviembre- ya hubiese cafeterías de a pie -no hablo del Ritz- con toda la decoración navideña instalada? ¿O que los más famosos grandes almacenes ya despachasen sus productos con las bolsas rojas de cada Navidad?