La Televisión afianza los estereotipos que luego, dice, intenta derribar

Que la Televisión no cumple ninguno de los fines para los que fue creada es algo que está al alcance de todos y que ya no sorprende a nadie. Pero también hay que desenmascarar a quienes tratan de ponerse la etiqueta de solidario o progresista. Y es que es muy bonito hacer campañas por la Igualdad, por las causas justas, y después emitir anuncios y programas que afianzan los estereotipos que luego, según dicen, intentan derribar con sus modernas y solidarias campañas.

Esta idea se me vino a la mente viendo obscenidades televisivas como 'Hombre y Mujeres y viceversa'. Un programa que más que entretener lo que hace es rememorar las antiguas ferias de ganado, pero en versión humana. Igual que antes, el ganadero veía pasar a las reses y se quedaba con las más gordas y vistosas; ahora Telecinco pone en un sillón a varios hombres (ganaderos) que ven pasar a mujeres (reses) y las eligen para cortejarlas y que así surja el amor.

Vaya forma de dejar por los suelos el rol de la mujer en nuestra sociedad. Ahora que todos tratamos de luchar por la igualdad, de reivindicar ecuanimidad en los salarios, y de estar atento a cualquier forma de lenguaje sexista, pues la televisión permite estas atrocidades. Primero, la manera de formar parejas es típica, como reitero, de ferias de ganado, pero es que después inculca unos valores a los jóvenes sobre el amor y el noviazgo que tienen tela.

Otro ejemplo claro en la consolidación de roles sexistas es el anuncio de un juego de cocina y recetas, en el que el hombre se las tiene que averiguar para hacer una cena a sus hijos. Y claro, el spot comienza con los niños y el padre llegando a casa y diciendo la pequeña "Papá, mamá no está ¿Qué nos vas a hacer de cena?". En primer lugar, consolida la figura de la mujer esclava de la cocina y la obligada en todas las familias a preparar los sustentos. Y en segundo lugar deja al hombre como el tonto de los tontos al verse en un embolado por tener que preparar un platillo.

Así que sigamos rasgándonos las vestiduras en tertulias, programas y debates sobre lo que hay que hacer para derribar los estereotipos que esclavizan a la mujer; pero permitamos estas aberraciones a cambio de un buen cheque por publicidad o de un buen nivel de audiencia.