¿Es bueno enamorarse?

Esta muy de moda la neurociencia y las corrientes que intentan racionalizar un poquito los estádos emocionales de los humanos. Dentro de esos estados está el enamoramiento, el más maravilloso y mezquino estado que todos en algún momento hemos vivido

Hay muchas citas que definen el enamoramiento, pero me quedo con estas dos:

Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto.

Noel Clarasó

Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella.

José Ortega y Gasset

El enamoramiento ha sufrido de una fama inmerecida a lo largo de los tiempos, finalmente la ciencia está poniendo donde toca el más sobrevalorado e idealizado estado emocional.

En lineas generales una persona cuando está enamorada de otra tiende a idealizar a su pareja, no atiende a las críticas sobre ella y en general nubla el juicio ante cualquier cosa relacionada con la misma. Descrito así ciertamente estar enamorado no parece nada agradable, pero después de todo somos seres adictos a la dopamina y puesto que las drogas están mal vistas, solo nos queda enamorarnos para conseguir un estado continuado de euforia, aunque en muchas ocasiones sea el preambulo del infierno.

El estado de enamoramiento consigue de nosotros las más altas cotas de estupidez, a saber:

1. Creer que aquella persona es el amor de nuestra vida, el hecho de que hayamos pasado por ese trance más de una vez y por lo tanto hayamos tenido tantos amores de nuestra vida como fracasos no hace que la primera afirmación sea menos cierta ELLA/EL es el AMOR DE MI VIDA.
2. La afirmación de que no hay dos personas iguales deja de ser una perogrullada para elevarse a la categoría de hazaña, de hito personal. No hay nadie como ELLA/EL.
3. Da igual a que edad nos enamoremos, a partir de ese momento no concebimos nuestra vida son esa persona. No puedo vivir sin ELLA/EL
4. Poco importa que te hayas enamorado de una bruja sin escrúpulos o de un auténtico patán misógino. Ninguna crítica será aceptada cuando se hable de nuestro amor, porque EL/ELLA es perfect@

Erich Fromm en su magistral libro “El arte de amar” eleva a la categoría del arte amar sin caer en el irracional estado de enamoramiento. La enajenación que produce el enamoramiento lleva a las relaciones a un punto casi simbiótico, por un lado:

“La forma pasiva de la unión simbiótica es la sumisión, o, para usar un término clínico, el masoquismo. La persona masoquista escapa del intolerable sentimiento de aislamiento y separatidad convirtiéndose en una parte de otra persona que la dirige, la guía, la protege, que es su vida y el aire que respira, por así decirlo”

Por otro:

“La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, o, para utilizar el término correspondiente a masoquismo, el sadismo. La persona sádica quiere escapar de su soledad y de su sensación de estar aprisionada haciendo de otro individuo una parte de sí misma.

Se siente acrecentada y realzada incorporando a otra persona, que la adora”

Ante esto cabe preguntarse si enamorarnos es el hito al que aspiramos dentro de nuestras relaciones. Desde luego ante el panorama descrito el auténtico hito sería lograr lo que se ha llamado el “amor maduro”, siguiendo con las palabras de Fromm, el amor maduro es:

“El amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.”

La idea de vivir enamorados toda la vida es una utopía tan absurda como contraproducente que no deja de ser jaleada en películas y libros, en cualquier historia de amor que se precie. Por ello en cualquier relación,  donde el proceso de enamoramiento es perfectamente normal no se debería luchar por perpetuar ese estado, dando paso al amor maduro, normalmente en ese tránsito se define el éxito de una pareja, cuando los estados emocionales provocados en gran medida por la bioquimica dan paso a sentimientos más complejos pero a la vez más racionales.

Consiguiendo que el amor deje de estar dictado por nuestros instintos más básicos que nos empujan al apareamiento como función de preservación que todavía fluyen en nuestras mentes, conseguiremos elevar el acto de amar a algo más que un instinto o reacción bioquímica. Si conseguimos llegar a ese estado, lograremos comprender la auténtica naturaleza del amor como una actividad elevada realmente a la categoría de arte, como una actividad de generosidad hacia otra persona.