Viva el tenis (español)

La victoria fue para Nadal, pero tanto él como Verdasco ofrecieron un maravilloso espectáculo de más de cinco horas · Federer espera, con el miedo en el cuerpo

Nadal, exhausto, celebra la victoria ante Verdasco. Foto: Reuters

No existen calificativos suficientes, para definir con exactitud lo vivido hoy en el Rod Laver Arena de Melbourne. La dosis esperada de buen juego quedó en nada comparada con la realidad desde los primeros minutos de partido, tanto más durante nada menos que 5 horas y 14 minutos. Las dos raquetas actualmente más representativas de nuestro país, se encontraban frente a frente. El mejor del mundo, contra el que hizo a España campeona del mundo por tercera vez. Aunque el primero también tuviera mucha culpa de ello.

La historia ya había guardado un hueco a este enfrentamiento antes incluso de que se jugara, habida cuenta de que se trataba de la primera semifinal española en Australia. Pero, después de cómo se han desarrollado los acontecimientos, los nuestros se han ganado un lugar de privilegio en los anales de la historia, no sólo del tenis, sino del deporte en general, en términos de excelencia.

Ganó Nadal, mas pronto llegó el momento en que dio más bien igual quien lo hiciera. El resultado final iba a ser tan justo para uno como injusto para el otro, tras cinco sets  (6-7, 6-4, 7-6, 6-7, 6-4) y hasta tres tie-breaks. Aunque la tristeza por la derrota de un español sí que se veía disminuida, en buena parte, por la satisfacción de la victoria de otro, la cual, también con indiferencia del que se tratara, iba a ser a lo grande.

El estado anímico de Fernando Verdasco apunta, a estas horas, a una infinita desolación. Difícil es que pueda dormir esta noche, a pesar del palizón que se ha dado, y que ha culminado bien entrada la madrugada en Australia. Pero lo que es seguro, es que una vez ya en frío, el madrileño sabrá realizar la lectura positiva: su primera semifinal en un Grand Slam, poniendo más que contra las cuerdas al número 1, y lo más importante, dando inicio, junto a la pasada final de Copa Davis, a la proyección de un futuro plagado de éxitos.

El cansancio, gran handicap de Nadal

Una de las pocas, aunque bastante decisoria, notas negativas que se pueden extraer a posteriori, es la tremenda fatiga acumulada por Rafa de cara a la final. No se puede ignorar la gran desventaja con la que parte de inicio, aumentada por las altísimas temperaturas de estos días en Australia, y teniendo ante sí a un Federer que a buen seguro intentará aprovechar esa circunstancia. El suizo llegará con un día más de descanso, y muchas menos horas en la pista

Ahora bien, a la vista del estado de forma del manacorí, destacando el moral todavía por encima del físico -lo que ya son palabras mayores-, la importancia del 'factor cansancio' pierde muchos enteros. Además, hay que recordar el miedo con el que el suizo afronta cada duelo ante Nadal. Antes de la del próximo domingo, son 6 las finales de Grand Slam entre ambos, con un balance de 4-2 para el español.

Entre ellas destaca, cómo no, la última, aquella de julio del pasado año, donde Nadal destronó a Federer de su reinado en Wimbledon, en la hierba, y por ende en el tenis mundial. Aquel partido fue considerado por muchos el mejor de la historia. Pues bien, el de hoy poco ha tenido que envidiarle. Y confiemos, en que el del próximo domingo lo haga menos aún. Vamos, Rafa.