Academia de Cine Vs. SGAE: encuentra las diferencias

Fuimos muchos los que anoche nos pusimos a ver la Gala de los Goya por los distintos medios desde los que se podía acceder. Y la verdad es que hubo varias cosas que merecía la pena reseñar.

La gala fue discutiblemente presentada por Carmen Machi.

En primer lugar, el falso directo de TVE. Un falso directo que en EEUU está a la orden del día para controlar -censura previa- que nadie se salga del guión. Queremos pensar que aquí se hace para que la gala sea más ágil y digerible. Sin embargo, este falso directo, que no nos impidió ver los abrazos y sensaciones de los actores más famosos y los premios más glamourosos, sí que nos dejó sin disfrutar de las emociones de otros premiados, que, por lo que se ve, deben jugar en otra liga. Disculpen la ñoñería, pero qué quieren que les diga, a mí me encanta ver a los premiados emocionarse en su butaca y repartir besos y abrazos a todo el que le rodea antes de recoger el premio. Al margen de sensiblerías, fue gracioso estar viendo la gala en TVE1 mientras todos los portales de internet que la estaban comentando en directo iban como 15 minutos por delante. Un hecho que dejó una sensación un poco tercermundista, la verdad.

Otra cosa curiosa fue la presencia del ministro de Cultura, César Antonio Molina, y del de Sanidad, Bernat Soria, entre las distinguidísimas personalidades. La verdad es que esto cada año sorprende menos, ya que, dentro del legítimo derecho de estas personas a acudir a la gala, el matrimonio entre el Gobierno y ciertos sectores que se autoerigen como máximos y únicos representantes de la cultura española es evidente. Llamó la atención el discurso de la presidenta de la Academia, Ángeles González-Sinde, que instó al Gobierno a "pelear para que las descargas ilegales no nos hagan desaparecer, para que nuestros administradores comprendan que en el negocio de la red no pueden ganar sólo las operadores de ADSL, mientras quienes proporcionamos los contenidos, perdemos. Hay que seguir peleando para fomentar la venta y alquiler de películas para Internet de manera justa, cómoda y ventajosa para el usuario. Hay miles de puestos de trabajo en juego. Pero, sobre todo, pelear para no perder la fe en el futuro".

Está visto que el Ministerio de Cultura tiene en la SGAE y en la industria del cine unos amigos inseparables. No seré yo el que se oponga al legítimo derecho que tiene la Academia a criticar las descargas de internet, pero una cosa es criticar y otra muy diferente es condenar. Además, la Academia se parece cada vez más a la SGAE en que ambas instituciones practican una política mediante la que no todos sus miembros tienen los mismos derechos y las decisiones las toman unos pocos. No estaría mal que la presidenta de la Academia le preguntase a los directores de cortometrajes qué les parece a ellos que la gente pueda ver sus obras gratis en internet. No recuerdo qué presentador fue el que dijo ayer: "Lo bueno de las películas es que si no te gustan te puedes quedar dormido en la butaca. Eso con los cortos no pasa... ya que no los ponen en los cines". No sabemos si Ángeles González-Sinde estará al corriente de que la mayoría de directores de cortos tiene que recurrir -encantados de la vida- a internet para que la gente conozca sus obras. Pero vaya, está claro que en la Academia hay clases y clases, y para saber qué importancia le dan a los directores de cortos no hay más que fijarse en el año en que quisieron dejarlos fuera de la Gala de los Goya.

Quizá cabría preguntarse qué habría pasado si a alguno de los premiados se le hubiese ocurrido decir que él no está en contra de esas descargas tan ilegales. ¿Habría salido vivo?

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