¿Y ahora, qué hacemos con el capitalismo?

“El capital tiene un único impulso vital, el de valorizarse, generar plusvalía, absorber con su parte constante, con los medios de producción, la masa más grande de plusvalor posible. El capital es trabajo muerto que resucita, como un vampiro, sólo chupando trabajo vivo, y tanto más vive cuanto más chupa”. Marx. El Capital.

Uno de los símbolos de EE.UU., cuna del capitalismo

¿Intervenir o mantenernos al margen? Eso debe ser lo que se preguntan muchos de los grandes países y economías mundiales que han caído a merced de la crisis económica y financiera que recorre el Planeta sin compasión.

Suecia, Alemania, Irlanda, Italia, Dinamarca, Japón, Estados Unidos o España son solo algunos de los países que han entrado en recesión en los últimos tiempos.
¿Qué significa esto? Que en vez de crecer, sufrimos el efecto cangrejo y caminamos hacia atrás, destruyendo empleo y todo lo que se ponga por delante.
Precisamente la destrucción de empleo es la máxima preocupación que aflora en el sentimiento de los españoles, que ven como, cada vez más, sus familiares, amigos, conocidos, o ellos mismos van cayendo en el agujero negro que suponen las listas del INEM. Hoy ha salido el último dato, y la cifra de personas sin trabajo en España se sitúa alrededor de los 3.300.000; y no solo eso, si no que, además, el Gobierno prevé que se pueda llegar hasta los cuatro millones en 2009, lo que supondría un enorme gasto para las arcas de la Seguridad Social.

¿Y quién es el valiente que soporta pagar a cuatro millones de parados un "sueldo" cada mes?
Durante muchos años atrás, las vacas no habían dejado de engordar, y bajo el paraguas de la construcción nuestro país y la mayoría de la zona Euro habían crecido a un ritmo muy superior al previsto. Los millares de casas que se construían cada mes en nuestro país daban de comer a una gran cantidad de obreros, pero no solo a ellos, sino también a las empresas que se dedicaban, por ejemplo, a fabricar ladrillos, sanitarios, tejas, a los soldadores, fontaneros, electricistas, camioneros... En España había dinero - mucho en negro - pero había, y la gente se compraba coches, apartamentos en la playa, en la montaña, hacía viajes opulentos, cenaba en restaurantes... El sistema capitalista había encontrado en España una guarida, una plataforma desde la que saltar al resto de Europa y países occidentales.

Muchos, sobre todo los que defendíamos el Medio Ambiente, pronosticábamos que el fin de la llamada "Burbuja Inmobiliaria" estaba cerca, que estábamos creciendo de una manera insostenible y que esta forma de vida no sería compatible sin la construcción excesiva que se estaba llevando a cabo. Así lo dijimos y así ha sido. En cuanto el grifo de la construcción masiva se ha cortado, el paro ha subido hasta cuotas desconocidas desde la crisis de comienzos de los 90, el PIB se ha hundido hasta el 0,8%, la inflación amenaza con convertirse en deflación y, lo más grave quizá, sea el sentimiento de impotencia que tienen/tenemos la mayoría de los españoles.

El lunes 26, Zapatero dijo que la crisis es un estado de ánimo, y apeló al sentimiento nacional para salir de este agujero en el que estamos metidos. Sin embargo, las cifras le han vuelto a dar un tortazo en la cara al Presidente al conocerse los 300.000 nuevos parados del mes de enero y las declaraciones que han hecho los banqueros, defendiendo su postura de no conceder más créditos si la economía y la demanda no lo hacen.

¿Y ahora qué hacemos? Culpar solamente al sistema capitalista de esta crisis sería aventurarnos demasiado en este campo; sin embargo, si que podríamos echarle gran parte de la responsabilidad a este sistema. Ganar para consumir, consumir para gastar y volver a gastar para consumir. Ese es el esquema capitalista ideal para sustentar cualquier economía basada en él, es decir, la de la mayoría de los países. Pero cuando un escalón falla, la escalera se derrumba, como así ha ocurrido. Ahora parece que nos olvidamos de las tesis neoliberalistas de "el Gobierno no debe intervenir en un libre mercado" para volver al proteccionismo e intervencionismo por parte de los estados. En el caso español, el Estado ha ofrecido créditos al ICO, a los bancos para asegurar la liquidez de sus clientes, prorrogando las hipotecas... En Inglaterra o EE.UU. se ha ido más allá, y los estados han tenido que intervenir más directamente aún mediante la nacionalización de bancos que, en caso contrario, hubieran quebrado, dejando a sus clientes sin sus ahorros.

En definitiva, el panorama no puede más que pesimista. Cada mes que pasa el paro sube más, y el Gobierno ya no descarta llegar a los cuatro millones, aunque, por otro lado, dice que a partir del mes de marzo se crearán 300.000 empleos mensuales gracias a los 10.000 millones de Euros que ha facilitado a los ayuntamientos españoles para realizar obras públicas. Veremos a ver si éstos no lo usan para su propio lucro y pagar las deudas que la mayoría tienen con empresas de construcción pertenecientes a amigos y familiares...
Continuará...

Por Nacho G. Hontoria