DOLIDOS, DAÑADOS, REGRESAN A CASA

Con el paso el míercoles al mediodia casi sin viento y con mucho frio, por el Cabo de Hornos del último participante en la Vendee Globe que todavía seguía en el Pacífico, los 10 que permanecen en regata ascienden exhaustos, después de 88 días de competición, todo un océano para volver al puerto de donde partieron. Seguro que más de uno no pensó que fuese tan duro. Y es que su situación, sin ser dramática no es en nada parecida a la idea que la gente tiene de la navegación deportiva. La vuelta al mundo a vela en solitario sin escalas ni asistencia ha dejado por el camino a 19 de los 30 barcos que salieron del puerto francés de Les Sables D’Olonne, y las circunstancias que el clima les ha reservado en todo el recorrido están siendo especialmente duras e inesperadas en los océanos que han atravesado. En esta IV edición la Vendee Globe www.vendeeglobe.org la meteorología solo le ha dado tregua al campeón, el resto no ha hecho más que mirar al cielo, padecer y maldecir.

Sedalcek con Hornos a su espalda, la foto que todos hacen

Armel LeCleac’h al timón del Brit Air  es el más joven de los inscritos y espera llegar a la meta este fin de semana. Se ha enfrentado ayer al peor tiempo desde que dejó el Pacífico sur. Hoy se recupera de una noche que le hizo moverse dentro de su barco, “como el contenido de un bolso de señora al golpear a un ratero”. En sus comunicaciones por radio el Chacal, (con ese poco imaginativo apodo se le conoce en Francia), decía que era como estar en los 40 rugientes del Atlántico Norte, “he pasado una noche dantesca, las peores condiciones que he sufrido desde que empezó la regata”. A menos de 700 millas de la meta y a punto de doblar la Costa de la Muerte en Galicia, el francés completará su primera vuelta al mundo en solitario en un segundo puesto que se ha ganado a pulso.

Norbert Sadalcek, el austriaco que navega en última posición sí se encuentra en los verdaderos 40 Rugientes, la franja de mar entre los paralelos 40º y 50º sur que no en broma reciben ese nombre. Lleva quince días arrastrándose entre lluvias y granizadas, pero con vientos de menos de 5 nudos, el lunes 2 navegó... a ¡1,5! nudos en medio de un imprevisto y extraño anticiclón, algo tan inusual en el paso por el Cabo de Hornos que está por debajo de los 50º sur, como la cadena de borrascas huracanadas, ráfagas de 50 nudos y olas de 10 metros, que están haciendo volar al Brit Air frente a Portugal.

NADIE SE SALVA
Solo el buen humor, no se sabe si congénito, adquirido o impuesto por el patrocinador, hace que Samantha Davies, a más de 1000 millas del segundo, pueda enviar las crónicas de video que filma desde su Roxy. Peleando como puede la tercera plaza con Marc Gullemot, patrón del Safran, y de momento cuarto a 200 millas de la inglesa, ha elegido el camino más corto desde que dobló el Cabo de Hornos.

Su perseguidor ha trazado una sinuosa senda de serpiente buscando los vientos más favorables al precio de deslomarse en un barco demasiado sofisticado y con continuos percances, y pretende rodear el anticiclón de las Azores por el oeste enfilando la meta desde el noroeste. Sam atravesó las calmas ecuatoriales, el ecuador y la zona de convergencia de los alisios del norte y del sur, y ha encontrado siempre una meteorología inusual, imprevista y casi siempre fatigosa. Pretende calcar la ruta del Brit Air que previamente trazó el ganador, Desjoyeaux. A partir del lunes, estimación de llegada para el Roxy o el Safran, se sabrá quién acertó.

Por detrás de ellos otra pareja de marinos ingleses pasa distintas modalidades de la extensa gama del catálogo de penas que el mar ofrece. Brian Thompson intenta darles caza, ya está a solo 400 millas de Sam, a la vez que repara las constantes pequeñas averías de su Pindar, prácticamente su barco y no el mar le ha puesto a prueba, aún así sueña con acercarse y meter miedo a sus predecesores.

 Le sigue a 250 millas en su estela la segunda mujer embarcada en la aventura.  Dee Caffari sólo tiene un problema en su impecable Aviva, pero le está quemando la paciencia. Su vela mayor se está deslaminando por algún defecto de fabricación y lleva un mes reparando, cosiendo, recosiendo, poniendo parches y sonriendo a la cámara cuando muestra las manos llenas de heridas y pegamento. Arnaud Boissieres en el Akena Verandas ha pasado el ecuador por sexta vez en su carrera, con poco viento y lluvias torrenciales.

tras él, Steve White con el Toe in the water, frente a la costa norte de Brasil, y Rich Wilson, Great American III, todavía saliendo de Uruguay. Dos navegantes que autofinancian su participación, joven ambicioso inglés el primero y jubilado norteamericano de 59 años el segundo, llevan barcos de más de diez años y saben que deben cuidarlos y no apurar. Y lo hacen, para ambos llegar es ya un trofeo. Y casi seguro lo harán, aunque les quede por delante casi un mes.

Raphael Dinelli, Fundation Ocean Vital, es un caso aparte. Es su cuarta participación en la Vendee. En la primera (1996) naufragó al sur de Australia y fue salvado por Pete Goss, hay fotos espeluznantes, en la segunda (2001) chocó con una ballena, rompió el barco y se retiró en Sudáfrica, en la tercera (2005) terminó el duodécimo en 125 días y en esta ocasión puede acabar por delante del último, tal vez así lo deje ya. De momento ha parado sin éxito en una triste bahía de las Malvinas con intención de reparar su palo, no ha podido. El viento le arrastró y tuvo que perder el ancla. Le han facilitado medicinas, navega con una dolorosa tendinitis, y se ha ganado una bronca del jurado de la regata. Llegará a mediados de marzo y seguro que ya está maquinando como apuntarse a la próxima.